jueves, 27 de septiembre de 2007

redondonas




“Las feministas son las últimas que aún describen a los hombres como a ellos les gusta verse: egocéntricos, obsesionados por el poder, duros y sin inhibiciones cuando se trata de satisfacer sus instintos” dice Esther Vilar desde su feminismo diferente, y tiene mucha razón. Son las feministas como Sor Juana las que emplean adjetivos abismales a la hora de referirse a los hombres, creyendo que al descalificarlos de tal manera están haciéndoles un mal, pero son ellas las que más inflan sus egos y los mantienen arriba, bien plumereados.
Es muy simple para las mujeres echar la culpa de todos sus errores a los monstruosos hombres que vienen a privarlas de su libertad y encerrarlas para que jamás vean la luz, y debe ser muy satisfactorio de parte de ellos recibir en bandeja de plata todo el poder de destruir y crear en un resoplido.
La verdad es que en gran parte, las mujeres son las causantes de sus propias desgracias, lamentándose, quejándose, preocupándose sin ocuparse. Se unen, nos unimos perdón, en grupos para criticar y llegar siempre a la conclusión de que “todos los hombres son iguales” sin ver que tal vez, en algunos casos, somos nosotras las que delegamos el poder en ellos causando catástrofes, ya que por razones de género cada uno responderá de una manera predeterminada ante cierto estímulo.
Es la mujer liviana la única causante de esta liviandad, la mujer débil que bajo la excusa de hacer lo que la sociedad establece se rebaja y se sirve en bandeja de plata. Tal vez lo hace por debilidad, tal vez por conveniencia o por gusto, pero la cuestión es que lo hace, y es ella la responsable de sus acciones. Muy pocos hombres se rehusarían a las intenciones de una mujer liviana si ella viene sin reservas y sin que ellos tengan que hacer el más mínimo esfuerzo. No sólo el hombre es contradictorio, sino que la mujer también lo es. Siempre se quiere lo que no se tiene y se desea lo de al lado, muchas buscan una relación comprometida y cuando se ven ahogadas hasta el cuello se aburren y dejan que todo muera, no son los hombres los únicos que desprecian el compromiso.
El ser humano es contradictorio en todas sus facetas y es esto lo que nos caracteriza. No se actúa solamente por instinto como el resto de los animales sino usando la cabeza, pensando en lo que más nos conviene y, eventualmente, en lo que más conviene a los demás. Es por eso que disiento con Sor Juana, ya que no soy de la opinión de que la mujer es una víctima y el hombre una bestia que la pervierte, yo creo que para bailar se necesitan dos y esos dos saben muy bien lo que es bueno.
Cada persona es diferente, y así como hay mujeres distintas, mujeres livianas, mujeres recatadas, mujeres altas, mujeres bajas, mujeres que coleccionan cables de auricular, hay hombres de todo tipo, los hay buenos, los hay malos y los hay de porquería. El problema es que hay mujeres que tienden a atraer este último espécimen y, sacando porcentajes, son totalmente libres de declarar que todos los hombres son terribles. Es una cuestión de atracción. Así también existen los hombres buenos a los cuales muchas veces no nos gusta nombrar, ya que a nadie le gusta recordar cuando lastimó al alguien pero si cuando fue lastimada. En el fondo somos todos distintos pero parecidos, y declarar que todos los hombres son iguales sería condenar a todas las mujeres a ser iguales por descarte.
Nosotras tenemos lo nuestro, como dice Liliana Felipe “Como madame Bovary todos tenemos un amante por ahí”, y nos gusta infringir las “normas de convivencia” porque a muchos, hombres y mujeres, les gusta tener una aventura cada tanto, algo que saque de la rutina, algo distinto, nuevo y fresco. Y así, contraponiéndose, están los hombres y mujeres correctísimos que jamás pensarían en algo así, pero los hay en rosa y en celeste.
Tal vez sean cuestiones de madurez, pero de lo que estoy completamente segura es de que nadie es víctima en este juego, cada uno tiene su parte y si se busca la igualdad del hombre y la mujer se busca completa y sin excusas, y se acepta que las responsabilidades no son de género, sino de ser humano. Que sea o no más cómodo ser hombre o mujer para ciertas cuestiones, ese es otro tema.
Tampoco es cuestión de desmerecer a mi propio género, sino que esto es más bien una contraposición de ideas extremistas. Yo, por mi parte, estoy contenta de haber nacido mujer, con les beneficios y dificultades que esto trae y admito que muchas veces es más fácil aprovecharse del propio sexo, porque tanto hombres como mujeres tienen lo suyo y no creo que tenga nada de malo aprovechar lo que nos fue dado.
Así que lo lamento, pero no Sor Juana, yo no creo que los hombres sean contradictorios, o si lo creo en realidad, pero somos todos contradictorios como personas y vos misma demostrás con tus tres amores no correspondidos, mujer contradictoria, que todos sabemos lo que queremos y, lo que es más importante, sabemos que armas usar para conseguirlo.

Lucia Salas

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