miércoles, 26 de septiembre de 2007

El cumpleaños de 80


Comienza el cumpleaños en la casa de Pura, pirucha para los amigos y amigas, para las amigas más que nada. LLgan una a una las amigas de toda la vida, señoras paquetas de trajes elegantes y cabellos bien peinados, con regalos exóticos y masas finas para tomar el te.
Una a una se sientan las señoras en los sillones tapizados con fino terciopelo y apollan sus zapatos de tacos medianos en la alfombra persa, objeto del cual todas disfrutan en sus casas, como es debido.
Las señoras están ahí para homenajear a la cumpleañera en sus tan esperados 80 años. Todas esperaban con ansia este momento de reunion para verse entre todas y ver, por fin, lo mal que están las otras. Estiradas exageradamente o demasiado arrugadas, pintadas en exceso o descuidadas, mal vestidas o demasiado modernas, nadie escapa de la mente de estas señoras de sociedad, ni de sus lenguas si se encuentras de a grupos más reducidos.
Porque estas señoras, señores, no están constantemente juntas. Suelen juntarse en grupos más chicos, lejos de la manada, en lugares públicos concurridos por gente bien. Y es allí que estiran su lengua, la ejercitan con el fin de que no se entumesca con los años, un órgano vital no puede quedarse en el olvido.
Las señoras beben te inglés y comen masas finas mientras discuten el futuro de alguna pobre shiquilla embarazada, siempre encuentrar alguna de estas para ensalsar la tarde. Indignadas las señoras de las relaciones prematrimoniales, las que por supuesto todas practicaron pero ninguna jamás se atreverá a confesar. Todas ellas debieron casarse al encontrarse su enamorado enfermo, tras alguna carta de las autoridades militares en la que pedía explisitamente su traslado inmediato para la boda y cuidados del futuro marido. Como cualquier chica bien.
Charlan las señoras mientas en el balcón cae la tarde y los nietos de Piru corren por el jardí. Que grandes los chicos, esta es la hija de gaby? y el hijo? pero por Dios que grandes, que lindos tus chicos. Y el divorcio de Gaby se salva, porque Gaby está ahí y no tendría problema en defenderlo.
Siguen las masas y las charlas, y las señoras están cada vez en mejor estado. En el cumpleaños los nietos encienden las cámaras y son tan malvadas estas señoras que sus ojos son los únicos en salir rojos en todas y cada una de las fotos.
En la cocina los nietos más grandes charlan e intercambian recuerdos de sus vidas. Realmente a ninguno le interesa escuchar, pero todos quieren hablar y mostrar quien es el más ocurrente, el más divertido, el menos trastornado en una famlia de locos, con abuelas y sus amigas las arpías.
Aunque parezca mentira, una a una se van retirando los vampiros, a descansar que al otro día hay que seguir con la tarea, porque alguien tiene que hacerlo y no cualquiera tiene el estado necesario. Se fueron yendo con sus perfumes franceses y telas italanas, bajando por el ascensor con botones dorados hasta las puertas de caoba de uno de los edificios más tradicionales de la ciudad. Y no podría ser de otra manera.
El ambiente se limpió igual que la bandeja de masas finas, y aunque el peligro había pasado, los sillones sentíanque en cualquier momento, no muy lejano, volverían a absorver las miserias de la anciana clase alta.

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