Tocó el timbre y los chicos llegaron corriendo. No esperaron que la seño estuviera ahí, pero tampoco le prestaron mucha atención, ni ella a ellos. Para ese entonces, parecía pensar que en el aula sólo eran dos.
Comenzó a guardar sus cosas, lento, muy lento para poder pasar un rato más con ella. No parecía real tener que volver a casa, se había acostumbrado a estar en la escuela, le había parecido que viviría allí por siempre.
Se sentían cerca, pero no se miraban. Ambos tenían las cabezas gachas, pero pudieron darse cuenta de algo. Los chicos sienten todo más rápido, y es por eso que llegó a decir "Ma..." antes de que esta le dijera vamos y lo tomara de la mano.
Ese vamos no era sólo para él. Su madre estaba mirando fijo a la Seño, quien tenía una cara de espanto y vergüenza mayor aun que la que poseia en la fila.
Los tres tardaron aproximadamente treita y cinco recreos largos en llegar a la casa, pero a María le costó menos de un segundo decirle a Tomás que se fuera a jugar a otro lado.
-No te voy a ofrecer café, Mora, ¿qué hacés acá?
A Mora realmente no se le ocurrió nada mejor que decir.-Son tres palabras con tilde esas...
-No te hagas la maestrita acá, nos conocemos, ¿cómo hiciste?
-vos me dijiste que...
-¿Cómo lo encontraste?
-Soy suplente, voy por muchas escuelas y...
-¿Suplente de segundo grado?
-N-no... de muchos grados...
-Claro, el año pasado fuiste suplente de primer grado, ¿no?
Mora bajó la cabeza. Cualquier cosa que María dijera en ese momento era verdad y la avergonzaba.
-Claro, hiciste bien las cuentas. ¿Qué querés acá?
-Quería ver... quería verlo, o algo...
-¿Algo? tu algo fue un poco lejos me parece, Mora.
-No Mari, pero mañana ya no voy más a la escela, quedate tranquila que es un día nada más...
-A que bueno, me quedo tranquila entonces... Mora, ¿vos pensás que vas a verlo una vez así y después no vas a querer seguir viéndolo? ¡No son así las cosas!
-Bueno pero...
-¡¿Qué?!
-Nada.
-Mirá Morita, las cosas son así. A mi me lo dieron, yo lo crié, yo lo cuidé. Él me quiere, yo lo quiero, estamos bien así.
-Pero no es tuyo... no te parece que...
-¡Tampoco tuyo!
-Pero los ojos...
-Son los ojos de José, los mismos que tenía José.
-No Mari, son ojos de carbonilla, fijate que...
-¡Pero dejá de decir pavadas! Ni el chico dice esas cosas..
-No le digas el chico... tiene las carbonillas de Marina.
-A si, las carbonillas de Marina... las mismas que tenés vos, ¿no? Mirá, fijate bien cómo termino Marina.
-No digas eso Mari...
-Sentate, tomemos café, hay que tranquilizarse.
-No María, yo lo quiero ver, ya me cansé, ¡tiene todos los gestos de Marina!
-No puede tener los gestos de Marina porque Marina está muerta Mora, ya no sos una nena, date cuenta.
-No sabés.
-Crecé Mora, me dieron al nene. ¿me dieron a Marina?¿me dieron a Marina y al nene? No, me dieron al nene nada más.
-No tiene nada que ver, puede estar en...
-¿Azúcar?
-¡No es así María! Hay que buscarla, yo se que está en algún lado.
-Es un poco tarde Mora, ya van siete años así.
-No es tarde, vamos a buscarla, vamos los tres.
-Ah, la verdad nunca se me había ocurrido... ya se, primero le explicamos todo al chico...
-Tomás
-si, después lo acepta, total es facil de entender, y después hacemos lo que cientos de personas estuvieron haciendo durante años, ah y después lo logramos y nos llevamos algo bueno... ¡Un cadaver Mora!
-¿Nunca le dijiste nada?
-No. Revolvelo que tiene azúcar en el fondo.
-El piensa que sos su mamá, ¿en serio? Me lo voy a llevar María, vos dijiste, ya no soy una nena.
-No Mora, escuchame bien. Ahora lo tengo yo, es como mi hijo y yo soy su mamá. No vamos a ningún lado y si querés, lo podés ver de vez en cuando. Punto.
-Pero yo también soy...
-No se habla más del tema.
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