martes, 26 de febrero de 2008
Bowling Confitería Club Atlético Quilmes
En Luro 3852, Mar del Plata, hay un bowling que se hace llamar Club Atlético Quilmes. Este es un bowling de antes, como debe ser, con ventanales cuadrados y luces ténues de neón que rezan Quilmes y Cabrales en rojo y azul, con tubos poco oscuros en el centro. En él hay un bar de botellas en la pared, botellas de bebidas memorables que sie estuvieran llenas asemejarían cualquier esmalte de colores claros seco, demasiado añejadas para tomarlas en esas mesas de 1 m2, con sillas marrones de caños redondos, forradas de terciopelo rojo.
También hay fichines, el Street Fighter uno por si alguien duddaba de su existencia, el tetris y el infaltable Wonder Boy, con records de la misma persona, todos junto a una mesa de pool llena de vasos de cerveza caliente y una estela de espuma en el tope, y el baño al fondo a la derecha.
Los zapatos correspondientes se entregan sólo si se los pide, y sus colores varían con el talle.. Los guardan en un cubículo semejante a los de fotografía instantánea, y si hay dos pares de un mismo talle no se si es mucho pedir.
Las canaletas por suerte son poco profundas, y los puntos se contabiñizan en un papel sin ningún tipo de intervención digital, un papel que hará de buen recuerdo en la agenda de alguna hermana menor.
Las pelotas, o bolas, tienen el mismo tamaño que una pelota de handball, y por eso se permite tirar tres veces, mientras el chico del fondo -con sus zapatillas deportivas y bermudas, y su cumbia a todo volumen- levanta los pinos del camino.
Hay música, pero es casi inperceptible y sale de un equipo de una sola pieza , plateado y con parlantes a los costados de la radio y pasacasette.
En el techo hay tableros electrónicos que por suerte no funcionan, y en el aire no hay olor a nuevo ni a aceite.
Junto a nosotros hay dos parejas de adolescentes que sólo podrían oertenecer a ese lugar: modales correctos, chistes suaves y ropa de estudiante de psicología de lo 90, jeans con cinturón blanco para sostener y suweters blancos de manga corta para el verano.
Los chicos toman Stella Artois, no sólo con maní sino con papas fritas que de seguro son cortesía de la casa.
El señor que atiende es igual a Lord Fellinor el de La espada en la piedra, nada más que sin sacudir el bigote. Siempre sonriendo, flaco como miembro de Sui Generis y dispuesto a responder cada oregunta con avidez académica. Este señor es dueño de un lugar capaz de llenarte completamente de sencilléz. No es casualidad que al salir sonriendo y en familia se pregunte una para qué existen artilugios tan complicados si en el corazón de Mar del Plata hay un lugar capaz de llenarte hasta siempre y dejarte lista para quedarte dormida contra la ventana del aunto camino a casa por la costa,
Y pensar que Olmedo terminó sobre un pastito en un hotel a pocas cuadras.
jueves, 21 de febrero de 2008
La infracción
A quien corresponda,
El día 19 del corriente mes yo, Lucía Salas, cometí una infracción de tránsito conformada por estacionar en contramano y una violación de la ordenanza municipal 4914/94 en el Pasaje Salta 407, a las 20:05 hs. Siendo menor de edad, la responsabilidad de esta infracción por mi cometida recae sobre mis padres y, más específicamente, sobre su vehículo, una camioneta Toyota de patente BQB 117.
Por la presente pido mis disculpas ante el hecho ya que si bien, como conductora responsable, debía estar al tanto de que está prohibido estacionar en pasajes, no conocí esa norma hasta el día después de efectuada la multa. Tampoco estaba al tanto de la dirección de aquel pasaje, contraria a la que yo había tomado, pero reconozco que ese es un error de atención, ya que de haber recorrido unos metros podría haber vislumbrado la señal que así lo establecía. Pido mis más sincerar disculpas ante los hechos y prometo que en el futuro no volverá a ocurrir, ya que ahora, pasado el hecho, estoy al tanto de que lo que hice representa una infracción de tránsito grave.
El motivo de mi falta fue la visita de una amiga que reside en ese pasaje. Al entrar en él, no me percaté de que estaba en contramano, y al ver tantos autos estacionados en ese sentido y en ese lugar, supuse erróneamente que lo que estaba haciendo era legal. Visito a esta amiga esporádicamente, y en cada ocasión me encuentro con autos estacionados en estas condiciones. Mis amigos que en esa oportunidad me acompañaban tampoco estaban al tanto de la situación, y es por eso que ninguno de nosotros hizo nada para revertirla, y es por eso que no pude evitar cometer una falta de la cual no estaba enterada.
Me disculpo una vez más por la falta cometida, prometo que no volverá a suceder, de esa forma o ninguna que represente cualquier otro tipo de infracción de tránsito, y pido encarecidamente que mi falta no recaiga sobre mis padres, quienes me autorizaron a poseer un carnet de conductor.
Muchas Gracias,
Lucía Salas
El día 19 del corriente mes yo, Lucía Salas, cometí una infracción de tránsito conformada por estacionar en contramano y una violación de la ordenanza municipal 4914/94 en el Pasaje Salta 407, a las 20:05 hs. Siendo menor de edad, la responsabilidad de esta infracción por mi cometida recae sobre mis padres y, más específicamente, sobre su vehículo, una camioneta Toyota de patente BQB 117.
Por la presente pido mis disculpas ante el hecho ya que si bien, como conductora responsable, debía estar al tanto de que está prohibido estacionar en pasajes, no conocí esa norma hasta el día después de efectuada la multa. Tampoco estaba al tanto de la dirección de aquel pasaje, contraria a la que yo había tomado, pero reconozco que ese es un error de atención, ya que de haber recorrido unos metros podría haber vislumbrado la señal que así lo establecía. Pido mis más sincerar disculpas ante los hechos y prometo que en el futuro no volverá a ocurrir, ya que ahora, pasado el hecho, estoy al tanto de que lo que hice representa una infracción de tránsito grave.
El motivo de mi falta fue la visita de una amiga que reside en ese pasaje. Al entrar en él, no me percaté de que estaba en contramano, y al ver tantos autos estacionados en ese sentido y en ese lugar, supuse erróneamente que lo que estaba haciendo era legal. Visito a esta amiga esporádicamente, y en cada ocasión me encuentro con autos estacionados en estas condiciones. Mis amigos que en esa oportunidad me acompañaban tampoco estaban al tanto de la situación, y es por eso que ninguno de nosotros hizo nada para revertirla, y es por eso que no pude evitar cometer una falta de la cual no estaba enterada.
Me disculpo una vez más por la falta cometida, prometo que no volverá a suceder, de esa forma o ninguna que represente cualquier otro tipo de infracción de tránsito, y pido encarecidamente que mi falta no recaiga sobre mis padres, quienes me autorizaron a poseer un carnet de conductor.
Muchas Gracias,
Lucía Salas
martes, 19 de febrero de 2008
Películas
Si miramos en escencia, mirar una película es como mirar la pared
te quedás mirando sin hacer nada, mirando la pared
es más o menos como cuando te imaginás algo en tu cabeza mirando la pared
nada más que al revés, la pared se está imaginando algo y lo reproduce en tu cabeza
es muy loco
te quedás mirando sin hacer nada, mirando la pared
es más o menos como cuando te imaginás algo en tu cabeza mirando la pared
nada más que al revés, la pared se está imaginando algo y lo reproduce en tu cabeza
es muy loco
sábado, 16 de febrero de 2008
Movés mi hamaca
Sabés que me pasa algo raro, porque la mayoría de la gente puede decir que mariposas en la panza esto, que la sangre a la cabeza aquello, que movés el mundo y qué se yo, pero yo descubrí que esas cosas no aparecen cuando deberían aparecer y legué a pensar que no existen en realidad, que alguna persona aburrida las inventó alguna vez, para más tarde el resto dijera sentirlas, por envidia o por inercia, hasta que alguna vez la mente -arma poderosa- las instaurara como una especie de sentimiento o impresión ilusoria que traspasara la piel de generaciones enteras, apareciendo al fin como verdades al estómago corriente.
Pero la verdad es que nunca pasé por este tipo de ilusiones, lo cual en un principio no me sorprendió, pero más tarde me aterrorizó al pensar que era totalmete incapaz de sentir.
Por suerte y de golpe apareciste por ahí y nos empezamos a llevar muy bien,hasta besarnos de noche y de día, viendo películas, paseando, riendo y sonriendo desde adentro, ojo con ojo. Después de un tiempo me empezó a costar estar lejos tuyo, y te sentí tan cerca que me olvidé de las mariposas y todo eso, porque sólo llenaba mi tiempo recordando perfectos momentos.
Las ilusiones de cuerpo se esfumaron totalmente durante todo el invierno, y tuve que esperar hasta la primavera para darme cuenta de que lo mio nunca será tener el pelo erizado o las manos tibias, y ahora se con pelos y señales que te amo porque vos movés mi hamaca, si, vos movés mi hamaca en primavera, cuando está lindo y salgo a leer, o más bien a distraerme pensando en vos mientras estoy quieta en mi hamaca y de repente me estoy moviendo para atrás y para adelante, y no se si son mis pensamientos o tu aura o qué me empiezan a mover, y yo estoy segura de que no es el viento ni algún cambio de posición, yo te amo y vos movés mi hamaca y estoy tan segura como seguros están los de las mariposas de que no es el mate que les calló mal.
Pero la verdad es que nunca pasé por este tipo de ilusiones, lo cual en un principio no me sorprendió, pero más tarde me aterrorizó al pensar que era totalmete incapaz de sentir.
Por suerte y de golpe apareciste por ahí y nos empezamos a llevar muy bien,hasta besarnos de noche y de día, viendo películas, paseando, riendo y sonriendo desde adentro, ojo con ojo. Después de un tiempo me empezó a costar estar lejos tuyo, y te sentí tan cerca que me olvidé de las mariposas y todo eso, porque sólo llenaba mi tiempo recordando perfectos momentos.
Las ilusiones de cuerpo se esfumaron totalmente durante todo el invierno, y tuve que esperar hasta la primavera para darme cuenta de que lo mio nunca será tener el pelo erizado o las manos tibias, y ahora se con pelos y señales que te amo porque vos movés mi hamaca, si, vos movés mi hamaca en primavera, cuando está lindo y salgo a leer, o más bien a distraerme pensando en vos mientras estoy quieta en mi hamaca y de repente me estoy moviendo para atrás y para adelante, y no se si son mis pensamientos o tu aura o qué me empiezan a mover, y yo estoy segura de que no es el viento ni algún cambio de posición, yo te amo y vos movés mi hamaca y estoy tan segura como seguros están los de las mariposas de que no es el mate que les calló mal.
miércoles, 13 de febrero de 2008
Árboles cuadriplégicos, Por Agustín Lostra y Lucía Salas
Árboles cuadriplégicos, con suspensión detenida, sus brazos helados.
La ropa verde se les cae de a poco, pero no tiemblan.
Permanecen desnudos, pero no hay miedo en sus nudos.
Parsimoniosamente recobran sus tejidos de uranio
Entre ramas de plomo y raíces de papel
Hasta que el viento helado que forma estalactitas de luz
Les devuelva su aspecto huraño
Y su cabello de anciana pelada,
Otoñal.
Carambola
La ropa verde se les cae de a poco, pero no tiemblan.
Permanecen desnudos, pero no hay miedo en sus nudos.
Parsimoniosamente recobran sus tejidos de uranio
Entre ramas de plomo y raíces de papel
Hasta que el viento helado que forma estalactitas de luz
Les devuelva su aspecto huraño
Y su cabello de anciana pelada,
Otoñal.
Carambola
Lugar común, la peluquería
¿Por qué la aguja en el pajar? ¿Qué tiene que ver con una peluquería? ¿Y qué pasa que ahora hablamos de peluquerías acá? A muchas preguntas, la respuesta es simple. Cuando alguien dice “obra de arte”, tiende a asociarlo con una pintura, una escultura o cualquier otra obra de las artes plásticas. Algunos pensarán en una canción, que son los menos, y a algún otro se le ocurrirá a lo sumo una película o una fotografía. Pero ¿Qué pasa cuando el arte traspasa las barreras de lo tradicional y se mete en lo cotidiano? Fácil, lo ignoramos descaradamente.
El Arte (con mayúscula) está en todas partes y en todo momento. Un artista reconocido como tal sabe esto, pero el resto de la gente no, y menos que menos sabe que ellos mismos, comunes como se ven, son capaces de crear las más bellas obras de arte. Es casual escuchar “es un artista” como si en verdad se refirieran a personas espiritualmente más elevadas, pero así como las agujas en los pajares, los artistas y sus obras no son tan difíciles de encontrar.
La peluquería tiene mala fama: es la viva imagen de la frivolidad, donde el culto a la apariencia y al chismerío conviven bajo un solo techo. Pero por mucho que se la critique, es un lugar común, hasta el más intelectual o el más metafísico tiene que pasar por ahí algunas veces por año.
Se crea o no, la peluquería es una de esas agujas perdidas, además de ser un lugar de paso obligado para todos. Entonces ¿Por qué no tener una mejor concepción de ella? Bueno, esta tarea es fácil, se encariña uno un poco más con el edificio y las personas que trabajan ahí, va más seguido, charla un rato y listo, pero ¿Se podrá reconocer como un arte?
El corte, teñido y peinado del pelo se considera un servicio por el que se paga una tarifa, pero va mucho más allá de la realización de un trabajo. Hablando con una peluquera pude esclarecer mi duda de si la peluquería es un arte o no. “Un peinado tiene colores y formas (me dijo una de las chicas que trabaja en la peluquería que visito a veces), es tridimensional como una escultura. Para hacerlo hay que aprender mucho, en la teoría y en la práctica, y sobre todo hay que saber leer la cara de la clienta. Una se comunica con ella por el espejo. Así se sabe si está quedando satisfecha, si tiene miedo o desconfianza, si le duele. Muchas son muy tímidas, no hablan y después se van desconcertadas. Nuestro trabajo es crear cosas que agraden, que hagan sentir bien. Para eso hay que cuidar hasta el último detalle, si tiene un evento, si vino de rutina o si está deprimida y quiere verse bien. Trabajamos muy exigidos, una sola vez una se casa o cumple quince años, por lo que todo tiene que estar perfecto. A demás, no sólo sobre el pelo se trabaja, hay que cuidar lo que está adentro y afuera de la cabeza. Muchas mujeres vienen deprimidas y lo primero que quieren es verse bien para sentirse bien, nosotras las ayudamos con esto”. Una señora a la que le estaban lavando la cabeza contó que cuando su marido murió, ella dejó de ir a la peluquería (iba semanalmente), pero un día se preguntó “¿Por qué no voy a ir?”. Fue, salió después de mucho tiempo de estar en su casa, y se sintió mejor, contenta y sobre todo bien consigo misma. Las puntas no se florecen solo en el pelo, también hay que cortar las puntas florecidas del alma.
Si Eric Fromm dijo que amar es un arte, salvando las distancias, ¿Por qué no lo va a ser ayudar a las personas a sentirse bien? En Trelew es así, la peluquería es un lugar de contención. La chica con la que hablé viene de Buenos Aires, y dice que allá nadie se interesaba por lo que le pasaba a las clientas. Acá es diferente, no sólo uno se ocupa de ellas sino que ellas también se ocupan de uno, te preguntan cosas, te ayudan. Entre peluqueros las relaciones son profesionales, pero con las clientas, la relación excede los límites del servicio, se crean lazos muy fuertes.
El arte y la cultura (usando mal la palabra) no son sólo para los entendidos. Usemos los términos en su justa acepción, sobre todo para cultura cuya definición fácil es todo lo que el hombre hace en sociedad. Cortar y que te corten el pelo ¿No es algo que el hombre hace en sociedad?
Si bien Einstein no se peinaba jamás, Victoria Ocampo podía pasar mucho tiempo frente al espejo. Para algunos, la peluquería puede parecer una frivolidad pero ¿No será un prejuicio un poco carente de fundamentos?
Puede que la peluquería no esté dentro de “lo que vendrá” en el arte, pero no por eso hay que desvalorizarla. Para algunos, el pelo es lo mismo que un lienzo, y no creo que haga mal de vez en cuando mimarse artísticamente y unirse al celebrado “¡muevan las cabezas!” de don Roberto Giordano.
Publicado en el suplemento ocio creativo, 2006
El Arte (con mayúscula) está en todas partes y en todo momento. Un artista reconocido como tal sabe esto, pero el resto de la gente no, y menos que menos sabe que ellos mismos, comunes como se ven, son capaces de crear las más bellas obras de arte. Es casual escuchar “es un artista” como si en verdad se refirieran a personas espiritualmente más elevadas, pero así como las agujas en los pajares, los artistas y sus obras no son tan difíciles de encontrar.
La peluquería tiene mala fama: es la viva imagen de la frivolidad, donde el culto a la apariencia y al chismerío conviven bajo un solo techo. Pero por mucho que se la critique, es un lugar común, hasta el más intelectual o el más metafísico tiene que pasar por ahí algunas veces por año.
Se crea o no, la peluquería es una de esas agujas perdidas, además de ser un lugar de paso obligado para todos. Entonces ¿Por qué no tener una mejor concepción de ella? Bueno, esta tarea es fácil, se encariña uno un poco más con el edificio y las personas que trabajan ahí, va más seguido, charla un rato y listo, pero ¿Se podrá reconocer como un arte?
El corte, teñido y peinado del pelo se considera un servicio por el que se paga una tarifa, pero va mucho más allá de la realización de un trabajo. Hablando con una peluquera pude esclarecer mi duda de si la peluquería es un arte o no. “Un peinado tiene colores y formas (me dijo una de las chicas que trabaja en la peluquería que visito a veces), es tridimensional como una escultura. Para hacerlo hay que aprender mucho, en la teoría y en la práctica, y sobre todo hay que saber leer la cara de la clienta. Una se comunica con ella por el espejo. Así se sabe si está quedando satisfecha, si tiene miedo o desconfianza, si le duele. Muchas son muy tímidas, no hablan y después se van desconcertadas. Nuestro trabajo es crear cosas que agraden, que hagan sentir bien. Para eso hay que cuidar hasta el último detalle, si tiene un evento, si vino de rutina o si está deprimida y quiere verse bien. Trabajamos muy exigidos, una sola vez una se casa o cumple quince años, por lo que todo tiene que estar perfecto. A demás, no sólo sobre el pelo se trabaja, hay que cuidar lo que está adentro y afuera de la cabeza. Muchas mujeres vienen deprimidas y lo primero que quieren es verse bien para sentirse bien, nosotras las ayudamos con esto”. Una señora a la que le estaban lavando la cabeza contó que cuando su marido murió, ella dejó de ir a la peluquería (iba semanalmente), pero un día se preguntó “¿Por qué no voy a ir?”. Fue, salió después de mucho tiempo de estar en su casa, y se sintió mejor, contenta y sobre todo bien consigo misma. Las puntas no se florecen solo en el pelo, también hay que cortar las puntas florecidas del alma.
Si Eric Fromm dijo que amar es un arte, salvando las distancias, ¿Por qué no lo va a ser ayudar a las personas a sentirse bien? En Trelew es así, la peluquería es un lugar de contención. La chica con la que hablé viene de Buenos Aires, y dice que allá nadie se interesaba por lo que le pasaba a las clientas. Acá es diferente, no sólo uno se ocupa de ellas sino que ellas también se ocupan de uno, te preguntan cosas, te ayudan. Entre peluqueros las relaciones son profesionales, pero con las clientas, la relación excede los límites del servicio, se crean lazos muy fuertes.
El arte y la cultura (usando mal la palabra) no son sólo para los entendidos. Usemos los términos en su justa acepción, sobre todo para cultura cuya definición fácil es todo lo que el hombre hace en sociedad. Cortar y que te corten el pelo ¿No es algo que el hombre hace en sociedad?
Si bien Einstein no se peinaba jamás, Victoria Ocampo podía pasar mucho tiempo frente al espejo. Para algunos, la peluquería puede parecer una frivolidad pero ¿No será un prejuicio un poco carente de fundamentos?
Puede que la peluquería no esté dentro de “lo que vendrá” en el arte, pero no por eso hay que desvalorizarla. Para algunos, el pelo es lo mismo que un lienzo, y no creo que haga mal de vez en cuando mimarse artísticamente y unirse al celebrado “¡muevan las cabezas!” de don Roberto Giordano.
Publicado en el suplemento ocio creativo, 2006
¿qué comemos hoy?
La pregunta del millón. En todas las casas, al ver que se aproxima la hora de la comida, nunca falta alguien que lo pregunte. Sobre todo en los hogares en los que viven chicos, las horas del almuerzo y la cena constituyen horas críticas para todos los cocineros. Quién no habrá pensado alguna vez “si fuera por mi no comería nada, pero los chicos…” y termina pidiendo algo a domicilio. Pero no se puede vivir de lo que cocinan otros, o por lo menos o se puede si se quiere mantener una economía modesta y una figura de verano. Tarde o temprano, todos tienen que pararse frente a las hornallas, el horno o el microondas.
Cuando se piensa en quien cocina, lo primero que viene a la mente es una mujer con un delantal amasando algo. ¡Qué machista! Cuantas veces habremos escuchado la frase “andate a lavar los platos” u otras relacionadas con las tareas hogareñas, sobre todo de los hombres que manejan, mal o bien, en especial de los que manejan mal.
Hoy en día, estas frases ya no tienen vigencia, aunque se siguen escuchando. Ya no es la mujer la que se queda en casa a cocinar, limpiar y cuidar a los hijos. La idea es otra, si a todos nos gusta comer, entonces todos tenemos que cocinar.
Créanlo o no, hay personas (y muchos son hombres) que disfrutan cocinar tanto como comer, o aun más. Centrémonos por un momento es estas personas excepcionales, chef, cocineros por hobbie, salvadores de la cena del domingo, expertos en postres, preparadores de leche chocolatada, tostadas con manteca, asado y demás, pero sobre todos, en los chef profesionales.
Charlando con un chef, me explicó que la cocina profesional empieza cuando se decide investigar el porque de las cosas en la cocina. Los cocineros de antes tenían los cómo, pero no los por qué, que son mayormente físicos y químicos.
Hablando un poco más, llegamos al tema de la creatividad en la cocina. A muchos les gustará saber cuánto de receta y cuánto de creatividad hay puertas adentro de una cocina. Los colores son muy importantes en la gastronomía, tanto para el chef como para el comensal. Negro significa glamour, rojo está relacionado con la sexualidad, verde elegancia, entre varios. Las combinaciones de colores entran mucho en la cocina afrodisíaca, que no lo es por los ingredientes sino en realidad, por las texturas y los colores del plato. Sugestión pura. Sino, pregúntenle a Isabel Allende, o a Laura Esquivel.
Dentro de los colores también hay pautas clásicas, pero eso no significa que no puedan traspasarse. En gastronomía, las reglas están hechas para romperse y así es como surgen los mejores platos. Es sólo cuestión de animarse.
Los aprendices de cocinero pasan por una fase, una materia llamada “cocina de autor”. En ella se pone a prueba la creatividad y la capacidad del alumno de salirse de los límites. No es fácil animarse a romper las estructuras, no todos lo logran en el primer intento, pero no por eso se fracasa. En el ámbito culinario siempre hay lugar para una segunda, tercera, cuarta, infinidad de oportunidades.
El aprendiz que no sea creativo no necesariamente se quedará sin trabajo, porque para que le pidan crear un plato propio en el restaurant en el que trabaja debe haber trabajado allí un buen tiempo, además, el jefe de cocina tiene que ser alguien abierto a las nuevas posibilidades, que vea a sus compañeros como iguales, no como inferiores. En nuestra ciudad esto es algo muy común. Los cocineros se ven como iguales y suele dárseles oportunidades a los aprendices para crear cosas propias y hasta ponerlas en el menú. Pero estos intentos no siempre salen bien, puede que el plato termine no siendo agradable al gusto o que el alumno aún no haya desarrollado la capacidad de crear algo nuevo. Si esto sucede, el alumno tiene siempre una nueva chance. El cocinero que está a cargo siempre considerará el intento y probará más tarde, dejando tiempo para que el alumno pueda madurar su capacidad creativa. En la cocina, la única forma de aprender es equivocarse.
No todo está en la combinación de colores y texturas. Los chef disfrutan por igual todos los pasos a seguir a la hora de crear un plato. Les gusta estar en la cocina, manipular ingredientes, estar bien en contacto con la profesión. Pero como todo, siempre es mejor ser el que da las órdenes. Como la creatividad, el liderazgo también se aprende y es una capacidad que tarde o temprano todos deben desarrollar.
Hay que tener en cuenta que para un cocinero, la cocina es la que trae el pan a su mesa, y como tal tiene que responder a las exigencias del cliente. Cada profesional puede crear dentro de las pautas del comensal. Pero la creatividad no está sólo en combinar los colores y las texturas en un plato, para que quede estéticamente agradable, también hay que saber hacer frente a la escasez, poder crear el plato que el cliente pide con las cosas que hay en la cocina, porque como en todos los ámbitos, no todo el material está siempre disponible. La capacidad de resolver estas cuestiones es gracias a la práctica y a la enseñanza que se tuvo, cada uno sabe que no puede ponerle azúcar a un pollo, pero es en un contexto de escasez donde a nuestro chef le salen esas cosas deliciosas que después no aparecen más.
Cocinar es un verdadero arte. Es hermoso y gratificante, lo que se llama una profesión noble, antigua y totalmente necesaria. No sólo se trata de preparar recetas que puedan gustarle al resto. Implica alto grado de creatividad, autorrealización y perseverancia. La gastronomía apunta a exaltar todos los sentidos. Un chef, como un pintor, sabe como combinar las texturas y los colores para crear algo nuevo, original, que junto con los olores y sabores conforman algo irresistible, estimulante, una verdadera obra de arte. Se me hace agua a la boca…
¿Quien diría que en una obra de arte pueden reunirse cuatro sentidos? Cinco, si agregamos el arte de la buena conversación.
Les recomiendo no abstenerse de los frutos de este arte maravilloso que tantas gratificaciones nos trae a todos, citando a Isabel Allende:
“Me arrepiento de las dietas, de los platos deliciosos rechazados por vanidad.”
¡Panza Llena, corazón contento!
Publicado en el suplemento ocio creativo del diario jornada, 2006
Cuando se piensa en quien cocina, lo primero que viene a la mente es una mujer con un delantal amasando algo. ¡Qué machista! Cuantas veces habremos escuchado la frase “andate a lavar los platos” u otras relacionadas con las tareas hogareñas, sobre todo de los hombres que manejan, mal o bien, en especial de los que manejan mal.
Hoy en día, estas frases ya no tienen vigencia, aunque se siguen escuchando. Ya no es la mujer la que se queda en casa a cocinar, limpiar y cuidar a los hijos. La idea es otra, si a todos nos gusta comer, entonces todos tenemos que cocinar.
Créanlo o no, hay personas (y muchos son hombres) que disfrutan cocinar tanto como comer, o aun más. Centrémonos por un momento es estas personas excepcionales, chef, cocineros por hobbie, salvadores de la cena del domingo, expertos en postres, preparadores de leche chocolatada, tostadas con manteca, asado y demás, pero sobre todos, en los chef profesionales.
Charlando con un chef, me explicó que la cocina profesional empieza cuando se decide investigar el porque de las cosas en la cocina. Los cocineros de antes tenían los cómo, pero no los por qué, que son mayormente físicos y químicos.
Hablando un poco más, llegamos al tema de la creatividad en la cocina. A muchos les gustará saber cuánto de receta y cuánto de creatividad hay puertas adentro de una cocina. Los colores son muy importantes en la gastronomía, tanto para el chef como para el comensal. Negro significa glamour, rojo está relacionado con la sexualidad, verde elegancia, entre varios. Las combinaciones de colores entran mucho en la cocina afrodisíaca, que no lo es por los ingredientes sino en realidad, por las texturas y los colores del plato. Sugestión pura. Sino, pregúntenle a Isabel Allende, o a Laura Esquivel.
Dentro de los colores también hay pautas clásicas, pero eso no significa que no puedan traspasarse. En gastronomía, las reglas están hechas para romperse y así es como surgen los mejores platos. Es sólo cuestión de animarse.
Los aprendices de cocinero pasan por una fase, una materia llamada “cocina de autor”. En ella se pone a prueba la creatividad y la capacidad del alumno de salirse de los límites. No es fácil animarse a romper las estructuras, no todos lo logran en el primer intento, pero no por eso se fracasa. En el ámbito culinario siempre hay lugar para una segunda, tercera, cuarta, infinidad de oportunidades.
El aprendiz que no sea creativo no necesariamente se quedará sin trabajo, porque para que le pidan crear un plato propio en el restaurant en el que trabaja debe haber trabajado allí un buen tiempo, además, el jefe de cocina tiene que ser alguien abierto a las nuevas posibilidades, que vea a sus compañeros como iguales, no como inferiores. En nuestra ciudad esto es algo muy común. Los cocineros se ven como iguales y suele dárseles oportunidades a los aprendices para crear cosas propias y hasta ponerlas en el menú. Pero estos intentos no siempre salen bien, puede que el plato termine no siendo agradable al gusto o que el alumno aún no haya desarrollado la capacidad de crear algo nuevo. Si esto sucede, el alumno tiene siempre una nueva chance. El cocinero que está a cargo siempre considerará el intento y probará más tarde, dejando tiempo para que el alumno pueda madurar su capacidad creativa. En la cocina, la única forma de aprender es equivocarse.
No todo está en la combinación de colores y texturas. Los chef disfrutan por igual todos los pasos a seguir a la hora de crear un plato. Les gusta estar en la cocina, manipular ingredientes, estar bien en contacto con la profesión. Pero como todo, siempre es mejor ser el que da las órdenes. Como la creatividad, el liderazgo también se aprende y es una capacidad que tarde o temprano todos deben desarrollar.
Hay que tener en cuenta que para un cocinero, la cocina es la que trae el pan a su mesa, y como tal tiene que responder a las exigencias del cliente. Cada profesional puede crear dentro de las pautas del comensal. Pero la creatividad no está sólo en combinar los colores y las texturas en un plato, para que quede estéticamente agradable, también hay que saber hacer frente a la escasez, poder crear el plato que el cliente pide con las cosas que hay en la cocina, porque como en todos los ámbitos, no todo el material está siempre disponible. La capacidad de resolver estas cuestiones es gracias a la práctica y a la enseñanza que se tuvo, cada uno sabe que no puede ponerle azúcar a un pollo, pero es en un contexto de escasez donde a nuestro chef le salen esas cosas deliciosas que después no aparecen más.
Cocinar es un verdadero arte. Es hermoso y gratificante, lo que se llama una profesión noble, antigua y totalmente necesaria. No sólo se trata de preparar recetas que puedan gustarle al resto. Implica alto grado de creatividad, autorrealización y perseverancia. La gastronomía apunta a exaltar todos los sentidos. Un chef, como un pintor, sabe como combinar las texturas y los colores para crear algo nuevo, original, que junto con los olores y sabores conforman algo irresistible, estimulante, una verdadera obra de arte. Se me hace agua a la boca…
¿Quien diría que en una obra de arte pueden reunirse cuatro sentidos? Cinco, si agregamos el arte de la buena conversación.
Les recomiendo no abstenerse de los frutos de este arte maravilloso que tantas gratificaciones nos trae a todos, citando a Isabel Allende:
“Me arrepiento de las dietas, de los platos deliciosos rechazados por vanidad.”
¡Panza Llena, corazón contento!
Publicado en el suplemento ocio creativo del diario jornada, 2006
Oda a la cola del banco
Hay un lugar al que todos tenemos que ir. No me refiero a ningún lugar místico que simbolize la muerte ni nada de eso, sino al banco. Quierase o no, la cola del banco es el destino inevitable de cada uno de nosotros y llena gran parte de nustras vidas.
Sartre habló de nuestra condena a la libertad pero, ¿alguien pensó alguna vez en nuestra condena a la cola del banco?. Varias mañanas al mes los más afortunados, o a la semana los menos, deben pararse frente a las puertas de algún banco, aguantar la respiración, intentar no pensar en cuánto tiempo de nuestras vidas desperdiciamos ahií y entrar para ver el cúmulo de gente que se amontona, porque no importa que tan temprano lleguemos, siempre hay demasiadas personas.
Una vez en la fila, nos dejamos llevar por el sueño, total, estoamos al final. Lo único interesante que puede pasar es que la fila avance, pero esto pasa una vez cada mil años. Mientras tanto, algunos duermen, otros hacen malabares con los cientos de papeles que llevan y que sacaron del portafolios demasiado pronto, otros observan, recelosos, los alrededores, uno que otro charla, pero todos piensan en lo molesto que es hacer eso todo el tiempo.
Ya pasado un rato uno se va mimetizando con el entorno, y es por eso que mientras más nos acerquemos a la ventanilla, más uniforme parece la fila. La excentricidad espera al final.
Cada vez que un nene chiquito entra, sin importar su edad o si está haciendo ruido o no, los miembros de la gran fila dan vuelta los ojos, ponen cara de disgusto y piensan “lo que me faltaba”. Otro efecto tiene, sin embargo, alguna señorita que si bien hace un ruido diez veces mayor al de el pobre pequeño, no recive quejas de lo más mínimo al ponerse a hablar escandalosamente. Pero claro, el tamaño de las piernas de la mujer y el niño también guardan una proporción de diez a uno.
Pero cuidado, que no es bueno meter a todas las filas en una sola bolsa. Hay diferentes bancos, y con ellos, diferentes filas. Los bancos más populares están siempre abarrotados de gente. No se puede respirar y todo el mundo emite sus quejas a un volumen considerable, hay mayor cantidad de niños, señoritas y mirones. Pero en los otros bancos, las colas son más fashion. Las caras son largas, pero son menos y muestran más aburrimiento que enojo. Resulta interesante descubrir como esa gente, que seguramente se considrea muy educada, le dirige a una miradas descaradas, sin preocuparse de si a una le molesta o no. Y cuando la situación llama, finalmente, la atención del guardia, éste pregunta cordialmente que se me ofrece. “Estoy mirando nada más”, una respuesta un tanto bochornosa.
Después de varias observaciones, llegue a la conclusión de que pertenecer a la cola de un banco puede ser más divertido de lo que parece. Aunque no lo crean, el escenario es muy pintoresco y ofrece un entretenimiento inusual e interesante. No es bueno escuchar conversaciones ajenas, pero dado que no puede evitarse, puede resultar hilarante oir fragentos de diversas charlas y hacer una propia interpretación del tema. También, con sólo observar, siempre esta al alcance de nustros ojos alguna imagen insólita, como puede ser algun elegante caballero urgando su nariz o un serio empleado jugando con su silla giratoria. La gente hace cosas increibles cuando cree que nadie la ve.
Los colores y los sonidos de las colas de los bancos tambien son estimulantes. Al prestar mucha atencion (y con un poco de sugestión) se puede escuchar alguna melodía entre los sonidos de los sellos, y acompañada por los colores de las ropas y los ecos de las voces, tenemos un musical como cualquier otro.
Al final, puedo decir que no creo que en este mundo existan muchas cosas tan interesantes como las filas de los bancos, y dudo que hayan escenas que combinen tan bien el exceso y la falta de civilización. Tal vez sea un punto de vista absurdo y poco razonable, pero puede ahorarles a todos más de un disgusto a la hora de pararse frente a las puertas del banco.
2006
Sartre habló de nuestra condena a la libertad pero, ¿alguien pensó alguna vez en nuestra condena a la cola del banco?. Varias mañanas al mes los más afortunados, o a la semana los menos, deben pararse frente a las puertas de algún banco, aguantar la respiración, intentar no pensar en cuánto tiempo de nuestras vidas desperdiciamos ahií y entrar para ver el cúmulo de gente que se amontona, porque no importa que tan temprano lleguemos, siempre hay demasiadas personas.
Una vez en la fila, nos dejamos llevar por el sueño, total, estoamos al final. Lo único interesante que puede pasar es que la fila avance, pero esto pasa una vez cada mil años. Mientras tanto, algunos duermen, otros hacen malabares con los cientos de papeles que llevan y que sacaron del portafolios demasiado pronto, otros observan, recelosos, los alrededores, uno que otro charla, pero todos piensan en lo molesto que es hacer eso todo el tiempo.
Ya pasado un rato uno se va mimetizando con el entorno, y es por eso que mientras más nos acerquemos a la ventanilla, más uniforme parece la fila. La excentricidad espera al final.
Cada vez que un nene chiquito entra, sin importar su edad o si está haciendo ruido o no, los miembros de la gran fila dan vuelta los ojos, ponen cara de disgusto y piensan “lo que me faltaba”. Otro efecto tiene, sin embargo, alguna señorita que si bien hace un ruido diez veces mayor al de el pobre pequeño, no recive quejas de lo más mínimo al ponerse a hablar escandalosamente. Pero claro, el tamaño de las piernas de la mujer y el niño también guardan una proporción de diez a uno.
Pero cuidado, que no es bueno meter a todas las filas en una sola bolsa. Hay diferentes bancos, y con ellos, diferentes filas. Los bancos más populares están siempre abarrotados de gente. No se puede respirar y todo el mundo emite sus quejas a un volumen considerable, hay mayor cantidad de niños, señoritas y mirones. Pero en los otros bancos, las colas son más fashion. Las caras son largas, pero son menos y muestran más aburrimiento que enojo. Resulta interesante descubrir como esa gente, que seguramente se considrea muy educada, le dirige a una miradas descaradas, sin preocuparse de si a una le molesta o no. Y cuando la situación llama, finalmente, la atención del guardia, éste pregunta cordialmente que se me ofrece. “Estoy mirando nada más”, una respuesta un tanto bochornosa.
Después de varias observaciones, llegue a la conclusión de que pertenecer a la cola de un banco puede ser más divertido de lo que parece. Aunque no lo crean, el escenario es muy pintoresco y ofrece un entretenimiento inusual e interesante. No es bueno escuchar conversaciones ajenas, pero dado que no puede evitarse, puede resultar hilarante oir fragentos de diversas charlas y hacer una propia interpretación del tema. También, con sólo observar, siempre esta al alcance de nustros ojos alguna imagen insólita, como puede ser algun elegante caballero urgando su nariz o un serio empleado jugando con su silla giratoria. La gente hace cosas increibles cuando cree que nadie la ve.
Los colores y los sonidos de las colas de los bancos tambien son estimulantes. Al prestar mucha atencion (y con un poco de sugestión) se puede escuchar alguna melodía entre los sonidos de los sellos, y acompañada por los colores de las ropas y los ecos de las voces, tenemos un musical como cualquier otro.
Al final, puedo decir que no creo que en este mundo existan muchas cosas tan interesantes como las filas de los bancos, y dudo que hayan escenas que combinen tan bien el exceso y la falta de civilización. Tal vez sea un punto de vista absurdo y poco razonable, pero puede ahorarles a todos más de un disgusto a la hora de pararse frente a las puertas del banco.
2006
Las Rimas de Bécquer
Romanticismo. Una época sin matices, siempre situada en los extremos, desvariando entre el placer y la agonía sin límites, sin poder encontrar una salida, sin querer encontrar una salida, sin siquiera buscar una salida. Esta es la época en la que vivió Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870), autor de las rimas, chico huérfano de padre y madre, hombre pobre, amante rechazado, esposo engañado, hermano de un muerto y aun así, Bécquer, que vivió en la época del suicidio, no se suicidó.
El mundo le aburre con su monotonía sin fin en un verso, en otro ha vivido cien años, otro dice que sufrirá hasta el infinito pero luego nos dice que ni el dolor es para siempre. A veces vivir es sufrir y otras es comer, reventar y roncar hasta más no poder. Inconformidad parece su lema, nada le viene bien. Puede estar buscando el amor eterno en diez rimas seguidas pero luego remata con una undécima, que dice “amémonos hoy mucho, y mañana digamos ¡Adiós!”. Inconformidad parece ser su lema.
A lo largo de las rimas, Bécquer nos lleva de la alegría al llanto sin reparar en lo esquizofrénico que esto resulta. Va de blanco a negro con tal facilidad que uno podría decir “este hombre esta muy, muy enfermo”, y luego leer la claridad de sus versos, la perfecta rima interna, el manejo de los colores, las texturas, las luces, las sombras o los mismos sentimientos, que le dan armonía a algo totalmente descabellado y pensar “este hombre es un genio, y quien le dijera loco, loco está”. Con sus excesos de romanticismo nos convierte a nosotros, no románticos, en personas extremistas, odiadas y amadas, aburridas y atareadas, sufridas y relajadas, locas y estructuradas, llenas de ira pero apaciguadas, jóvenes y avejentadas, muertas y vivas para terminar en un remolino que nos deja sin sentido, perdidos en un montón de palabras y sin saber que pensar o que sentir, porque en su última palabra nos llamó máquinas, mezquinas y falsas.
Y como si fuera poco, a demás del efecto de las palabras están las imágenes, tan bien descriptas que sin hacer ningún esfuerzo se pueden ver. Ves pupilas en todas partes, flores, calles y tumbas que te tragan con su tierra y te escupen en un banco donde suena un beso, para después aparecer en una costa y querer tirarte al mar, mientras los marineros te hablan y te hacen ver que ya lo hiciste todo y que nada tiene comparación con vos, sos un genio, hasta que te das cuenta de que del mundo sos lo peor, no hay nadie más mezquino, más odiado, más lleno de ira, y querés volver al mar. Y te marea, porque dejaste de respirar. Tantas cosas juntas no podés digerir.
Es impresionante como se puede hacer tanto en tan pocas palabras, no cabe en la mente de nadie que en ochenta y siete rimas quieras vivir y morir tantas veces, y que te mueras de asco o que te mueras de amor, porque te describen un muerto con los ojos duros e hinchados pero te cantan al oído secretos que todavía no conocés, para después decirte que por exceso de orgullo, no podía ser.
Cuando estás perdido probás todo para salir, y en todo fracasas, hasta que llegás a comer hasta reventar o reventar por no comer, y a no saber de dónde venimos, ni a donde vamos, ni que vamos a hacer.
2006
El mundo le aburre con su monotonía sin fin en un verso, en otro ha vivido cien años, otro dice que sufrirá hasta el infinito pero luego nos dice que ni el dolor es para siempre. A veces vivir es sufrir y otras es comer, reventar y roncar hasta más no poder. Inconformidad parece su lema, nada le viene bien. Puede estar buscando el amor eterno en diez rimas seguidas pero luego remata con una undécima, que dice “amémonos hoy mucho, y mañana digamos ¡Adiós!”. Inconformidad parece ser su lema.
A lo largo de las rimas, Bécquer nos lleva de la alegría al llanto sin reparar en lo esquizofrénico que esto resulta. Va de blanco a negro con tal facilidad que uno podría decir “este hombre esta muy, muy enfermo”, y luego leer la claridad de sus versos, la perfecta rima interna, el manejo de los colores, las texturas, las luces, las sombras o los mismos sentimientos, que le dan armonía a algo totalmente descabellado y pensar “este hombre es un genio, y quien le dijera loco, loco está”. Con sus excesos de romanticismo nos convierte a nosotros, no románticos, en personas extremistas, odiadas y amadas, aburridas y atareadas, sufridas y relajadas, locas y estructuradas, llenas de ira pero apaciguadas, jóvenes y avejentadas, muertas y vivas para terminar en un remolino que nos deja sin sentido, perdidos en un montón de palabras y sin saber que pensar o que sentir, porque en su última palabra nos llamó máquinas, mezquinas y falsas.
Y como si fuera poco, a demás del efecto de las palabras están las imágenes, tan bien descriptas que sin hacer ningún esfuerzo se pueden ver. Ves pupilas en todas partes, flores, calles y tumbas que te tragan con su tierra y te escupen en un banco donde suena un beso, para después aparecer en una costa y querer tirarte al mar, mientras los marineros te hablan y te hacen ver que ya lo hiciste todo y que nada tiene comparación con vos, sos un genio, hasta que te das cuenta de que del mundo sos lo peor, no hay nadie más mezquino, más odiado, más lleno de ira, y querés volver al mar. Y te marea, porque dejaste de respirar. Tantas cosas juntas no podés digerir.
Es impresionante como se puede hacer tanto en tan pocas palabras, no cabe en la mente de nadie que en ochenta y siete rimas quieras vivir y morir tantas veces, y que te mueras de asco o que te mueras de amor, porque te describen un muerto con los ojos duros e hinchados pero te cantan al oído secretos que todavía no conocés, para después decirte que por exceso de orgullo, no podía ser.
Cuando estás perdido probás todo para salir, y en todo fracasas, hasta que llegás a comer hasta reventar o reventar por no comer, y a no saber de dónde venimos, ni a donde vamos, ni que vamos a hacer.
2006
Los árboles mueren de pie, Alejandro Casona
¿Qué serías capaz de hacer por un ser amado? Esta pregunta es fácil, todos sabemos la respuesta: lo que sea necesario para que sea feliz.
Eso está muy bien pero ¿y qué tal por un completo desconocido? Ahí, honesta y lamentablemente, a muchos nos surgen dudas.
Los árboles mueren de pie es la obra del dramaturgo Alejandro Casona, nacido en una aldea cerca de Asturias en 1903, y fallecido en Madrid en 1965. Casona fue también autor de La sirena varada (1929), Prohibido suicidarse en primavera (1937), Romance en tres noches (1938) y Las tres perfectas casadas (1941), entre otras. Casona presentaba un optimismo sano y desenvuelto a la hora de enfrentar la vida y el papel, además de una jocosidad envidiable: tanto es así que su verdadero nombre es Alejandro Rodríguez Álvarez, pero decidió cambiarlo por el pseudónimo Alejandro Casona por haber pasado su juventud en una casa de gran tamaño.
Este hombre de la casa grande ambienta su obra en una oficina en la que los empleados, como todos hoy en día, están ahogados por el apuro y el stress. Pero esta oficina no es lo que se diría, típica. Lejos de ser los horarios bancarios o las fechas de entrega de informes, lo que preocupa a los trabajadores es la falta de felicidad, y sobre todo, de sonrisas en el mundo.
Con esta obra, Casona nos presenta un nuevo tipo de caridad, diferente al que se compra con dinero y se ocupa de los males del cuerpo. Casona nos trae una caridad distinta: caridad del alma, para el alma.
Mauricio: - De los males del cuerpo ya hay muchos que se ocupan. Pero ¿quien ha pensado en los que se mueren sin un solo recuerdo hermoso?, ¿en los que nunca han visto realizado su sueño?, ¿en los que no se han sentido estremecidos nunca por un ramalazo de misterio y de fe? No sé si empieza a ver claro.
El director de esta agencia, un loco que sabe bien su tema, se vale de fantasías para crear ilusiones, magia para sembrar alegría y mentiras, para crear realidades.
Mientras el director pone en marcha este verdadero circo, entran en escena una joven desesperada y un viejo, en el mismo estado. A partir de esto, se pone en marcha la misión más difícil de todas, en la que se intenta remendar el corazón de una abuela sin nieto, pero con el pasar del tiempo, es una nieta la que necesita de una abuela y un nuevo corazón.
Así es como el autor va planteando un juego de doctores y pacientes en el que muchas veces se revierten los roles. Sus personajes son personas movidas por el altruismo, de las que pocas quedan en el mundo. Pero hasta con la mejor voluntad, todos sabemos que la mentiras tiene paras cortas, y no olvidemos que en esta organización, la voluntad y las mentiras abundan. Jugar con la verdad es algo peligroso: las mentiras, aunque blancas, son mentiras aún, y siempre es doloroso cuando salen a la luz.
Cuando uno vela por la felicidad de los otros constantemente, es inevitable alguna vez olvidarse de uno mismo. El altruismo sin medida puede hacernos creer que la única fuente de felicidad es la alegría ajena. Así, el alma se va marchitando, pero por fuera queda intacta, como los árboles, que mueren de pie.
Esta obra es perfecta para los que están llenos de fantasías, porque en ella, la fantasía triunfa sobre la realidad. Para aquellos que creen que todo es posible si se tiene fe, recomiendo esta obra de caridad, trabajo duro y desesperada búsqueda de amor.
Pero sobre todo, se la recomiendo a los árboles, a esos gigantes que todo lo intentan y todo lo pueden, que caminan a diario por las calles, casi en silencio: lo único que se escucha de ellos es el susurro del viento en sus hojas, mientras mueven el mundo sin ser oídos, sembrando alegría donde nadie la conoce. Para esos hombres y mujeres que aparentan felicidad en tiempos de profundo dolor, esta obra es perfecta.
“Isabel: - No te reconozco. Oyéndote hablar el primer día parecías un domador de milagros, con una magia nueva en las manos. No había una sola cosa fea que tú no pudieras embellecer, ni una triste realidad que tú no fueras capaz de burlar con un juego de imaginación. Por eso te seguí a ojos cerrados. Y ahora llega a tu puerta una verdad, que nisiquiera tiene la disculpa de su grandeza... ¡Y ahí estas frente a ella, atado de pies y manos!
Plantar un árbol, tener un hijo, escribir un libro. Parece que con esta obra, Alejandro Casona mató dos pájaros de un tiro, ¿No?, plantando tantos árboles en su libro.
2006
Eso está muy bien pero ¿y qué tal por un completo desconocido? Ahí, honesta y lamentablemente, a muchos nos surgen dudas.
Los árboles mueren de pie es la obra del dramaturgo Alejandro Casona, nacido en una aldea cerca de Asturias en 1903, y fallecido en Madrid en 1965. Casona fue también autor de La sirena varada (1929), Prohibido suicidarse en primavera (1937), Romance en tres noches (1938) y Las tres perfectas casadas (1941), entre otras. Casona presentaba un optimismo sano y desenvuelto a la hora de enfrentar la vida y el papel, además de una jocosidad envidiable: tanto es así que su verdadero nombre es Alejandro Rodríguez Álvarez, pero decidió cambiarlo por el pseudónimo Alejandro Casona por haber pasado su juventud en una casa de gran tamaño.
Este hombre de la casa grande ambienta su obra en una oficina en la que los empleados, como todos hoy en día, están ahogados por el apuro y el stress. Pero esta oficina no es lo que se diría, típica. Lejos de ser los horarios bancarios o las fechas de entrega de informes, lo que preocupa a los trabajadores es la falta de felicidad, y sobre todo, de sonrisas en el mundo.
Con esta obra, Casona nos presenta un nuevo tipo de caridad, diferente al que se compra con dinero y se ocupa de los males del cuerpo. Casona nos trae una caridad distinta: caridad del alma, para el alma.
Mauricio: - De los males del cuerpo ya hay muchos que se ocupan. Pero ¿quien ha pensado en los que se mueren sin un solo recuerdo hermoso?, ¿en los que nunca han visto realizado su sueño?, ¿en los que no se han sentido estremecidos nunca por un ramalazo de misterio y de fe? No sé si empieza a ver claro.
El director de esta agencia, un loco que sabe bien su tema, se vale de fantasías para crear ilusiones, magia para sembrar alegría y mentiras, para crear realidades.
Mientras el director pone en marcha este verdadero circo, entran en escena una joven desesperada y un viejo, en el mismo estado. A partir de esto, se pone en marcha la misión más difícil de todas, en la que se intenta remendar el corazón de una abuela sin nieto, pero con el pasar del tiempo, es una nieta la que necesita de una abuela y un nuevo corazón.
Así es como el autor va planteando un juego de doctores y pacientes en el que muchas veces se revierten los roles. Sus personajes son personas movidas por el altruismo, de las que pocas quedan en el mundo. Pero hasta con la mejor voluntad, todos sabemos que la mentiras tiene paras cortas, y no olvidemos que en esta organización, la voluntad y las mentiras abundan. Jugar con la verdad es algo peligroso: las mentiras, aunque blancas, son mentiras aún, y siempre es doloroso cuando salen a la luz.
Cuando uno vela por la felicidad de los otros constantemente, es inevitable alguna vez olvidarse de uno mismo. El altruismo sin medida puede hacernos creer que la única fuente de felicidad es la alegría ajena. Así, el alma se va marchitando, pero por fuera queda intacta, como los árboles, que mueren de pie.
Esta obra es perfecta para los que están llenos de fantasías, porque en ella, la fantasía triunfa sobre la realidad. Para aquellos que creen que todo es posible si se tiene fe, recomiendo esta obra de caridad, trabajo duro y desesperada búsqueda de amor.
Pero sobre todo, se la recomiendo a los árboles, a esos gigantes que todo lo intentan y todo lo pueden, que caminan a diario por las calles, casi en silencio: lo único que se escucha de ellos es el susurro del viento en sus hojas, mientras mueven el mundo sin ser oídos, sembrando alegría donde nadie la conoce. Para esos hombres y mujeres que aparentan felicidad en tiempos de profundo dolor, esta obra es perfecta.
“Isabel: - No te reconozco. Oyéndote hablar el primer día parecías un domador de milagros, con una magia nueva en las manos. No había una sola cosa fea que tú no pudieras embellecer, ni una triste realidad que tú no fueras capaz de burlar con un juego de imaginación. Por eso te seguí a ojos cerrados. Y ahora llega a tu puerta una verdad, que nisiquiera tiene la disculpa de su grandeza... ¡Y ahí estas frente a ella, atado de pies y manos!
Plantar un árbol, tener un hijo, escribir un libro. Parece que con esta obra, Alejandro Casona mató dos pájaros de un tiro, ¿No?, plantando tantos árboles en su libro.
2006
La casa de los espíritus, Isabel Allende
Para muchos, la familia es una institución sagrada, pero en esta obra, es mucho más que esto: es la maqueta de un país entero.
Desde principios de este siglo hasta la vuelta a la democracia, La casa de los espíritus nos lleva a un espacio que ocupa un poco más que 4 simples paredes.
El escenario de la novela de Isabel Allende, nacida en Chile en 1942, sobrina del legendario Salvador Allende, es un país latinoamericano en el siglo XX, visto desde una familia de clase alta, con integrantes por demás peculiares.
Mientras recorremos las páginas que brotaron de nuestro propio suelo, conocemos a la familia Trueba, que mucho nos recuerda a los Buendía en Cien años de soledad de Gabriel García Márquez.
No soy de los de la idea de que Allende tiende a plagiar descaradamente al escritor colombiano, sino que creo que esta obra es una creación única e interesante que, tal vez, contiene algún eco de una lectura previa, algo que, según otro gran escritor, Jorge Luis Borges, sucede en todos los libros.
En esta obra, a diferencia de la antes nombrada, el árbol genealógico es simple. Sólo conocemos maridos y mujeres, abuelos y nietos, padres e hijos y tíos y sobrinos. Clara y Esteban Trueba, marido y mujer, comienzan una familia en la que, desgraciadamente, el pasado tiendo a repetirse.
Empezando con la madre de Clara y terminando con su nieta, quien termina la historia, y también la comienza, podemos apreciar la evolución del feminismo en el siglo pasado, comenzando en mujeres admiradas por su belleza, pasando por damas de sociedad promoviendo ideas sindicalistas y terminando en jóvenes que lucharon por la democracia, y fueron vilmente torturadas. El lugar que ocupan las mujeres en esta obra es fuerte y poderoso: muestra mujeres caritativas, apasionadas, luchadoras y fuertes. Mujeres empiezan esta historia, y mujeres están ahí para terminarla.
Que se cuente la historia de toda una familia por varias generaciones nos hace darnos cuenta, enseguida, que es imposible que haya un solo narrador que cuente su historia, en primera persona, y nos hace pensar, tal vez, en un narrador omnisciente. Lo peculiar de esta novela es que, efectivamente, está narrada en primera persona, pero no es uno solo el narrador, y este cambia dependiendo de la versión de la historia o el punto de vista que se quiera trasmitir. Este constante cambio de narrador nos hace pensar en cómo, de alguna forma, se puede trascender a través de la descendencia, y como muchas voces pueden contar la misma historia, con un toque diferente.
Clara, de pequeña, escribe todo en unos cuadernos de escribir la vida, pero ella en ningún momento se convierte en la narradora de la historia. Su personaje es diferente a los otros, su mente es inalcanzable, y ella es el eje principal de la historia, ya sea estando corpóreamente presente, o no. Ella, con sus poderes telequinéticos y sus espontáneas adivinaciones del futuro es quien trae a los espíritus a la casa, y allí quedan. Aunque su objetivo verdadero sea velar por la familia de Clara, puede ser que sea al revés, que la familia sea quien vela por ellos, ya que sin alguien que los sienta y los reconozca, ellos quizás nunca hubieran existido.
Dicen que hay cosas que sólo ven los que pueden soportar su presencia. Nacer y vivir con alguien que mueve cosas sin tocarlas y convoca gente muerta debe dar a quienes viven esta situación una gran fortaleza, que parece acentuarse en las mujeres Trueba, que están, como quien dice, curadas de espanto. Quien conoce mucho, sólo teme a los vivos, y son los vivos quienes siempre tienden a dañar a los miembros de esta familia.
Clara es el espíritu indomable presente en la familia, en cambio, Esteban es el ente regulador, que prohíbe todo, pero no permite juicios sobre él, aún siendo el más carnal de los pecadores. Ya anciano, su mezquindad poco acertada y su rol de terrateniente y político cruel, tiene su recompensa, y cuando su alma comienza a encogerse, digamos que ni su propio cuerpo puede llenar sus zapatos.
En la novela, Allende nos habla de cómo la sabiduría y el éxito residen en quienes rompen los esquemas y ven más allá, pero sin olvidar lo bueno de las tradiciones. Así, en la época de los compañeros huelguistas, un hombre nos cautiva con sus baladas sobre gallinas que, bien organizadas, pueden vencer al más sagaz de los zorros. Lamentablemente, tanto en la vida real como en la ficción, muchas gallinas pagaron la búsqueda de una vida mejor, algunas con la muerte, otras con el exilio del gallinero, y durante muchos años, las gallinas, sus familias, o lo poco que quedó de sus vidas pasadas, quedaron callados.
Durante la época del gallinero, la historia de los Trueba decidió repetirse, y fue la nieta quien pagó con sangre propia la derramada por su abuelo, y la que cobijó en su propio vientre, el fruto de las injusticias cometidas por él. Se llena una de escalofríos al recorrer las páginas que corresponden a los años de la dictadura, a la agonía de los valientes, y a la muerte de muchos ellos. Pero lo peor es que, como todos sabemos, en este caso la realidad superó, por mucho, a la ficción.
Aun siendo muy joven, sin haber vivido ninguno de los acontecimientos narrados en la novela, cuando la leo y la releo, siento que estoy ahí, veo lo que pasa y ruego por que termine. Cuando uno lee una crónica o Nunca más, por ejemplo, entiende la gravedad de los hechos, pero en esta novela, es muy distinto. Aunque no sean personajes reales, uno sabe que alguien, alguna vez, vivió algo así, y al haberlo seguido durante tantas páginas, es imposible no sentirse identificado, cerca de él. Cuando sabemos que es ficción, tal vez tenemos una mayor noción de la realidad que cuando leemos textos verídicos. Es una forma distinta para los que no lo vivimos, o tal vez para lo que lo vivieron de una forma diferente, de entender y asimilar hechos tan terribles y tan reales a la vez.
Después de leer la obra me siento, siendo mujer, orgullosa y afortunada.
Orgullosa de tener el mismo género que esas personas que alguna vez lucharon para que hoy, estemos en el lugar que estamos. De pertenecer a un grupo que combina las dosis perfectas de pasión e intelecto necesarias para conseguir todo lo que se quiere, y de querer todo lo que se consigue. De tener madre, abuela o hermanas y ver cuánto nos parecemos, y también cuán diferentes somos, y cómo juntas somos una sola, pero a la vez, somos muchas.
Orgullosa sobre todo de que haya sido una mujer quien haya escrito una novela tan impactante, y que luego esa misma mujer sea puesta entre los grandes, que hasta el momento, eran en su mayoría hombres. Lo increíble es eso, que las mujeres trabajen para el bien propio, pero siempre que logran algo, reconocen que el crédito es de todas, no les importa compartir lo suyo con las demás porque saben que cada una, desde su propio espacio, contribuyó a ese momento. Isabel Allende dedicó esta historia A mi madre y las otras extraordinarias mujeres de esta historia.
No quiero decir con esto que la novela sea sólo para mujeres, no. A todos les llegará un momento en el que se sientan identificados, o de no ser así, conmovidos. Ya les haya tocado ser zorros o gallinas, o sus padres o hijos, todos entramos en la familia Trueba, con sus viejas tradiciones o sus nuevos cambios, porque al final, todas las casas están llenas de espíritus, nada más basta con saber ver, escuchar, y sobre todo, interpretar y sentir.
Concurso del centro cultural de Trelew, adultos, año 2006 bajo el pseudónimo de Clara Clarividente
Desde principios de este siglo hasta la vuelta a la democracia, La casa de los espíritus nos lleva a un espacio que ocupa un poco más que 4 simples paredes.
El escenario de la novela de Isabel Allende, nacida en Chile en 1942, sobrina del legendario Salvador Allende, es un país latinoamericano en el siglo XX, visto desde una familia de clase alta, con integrantes por demás peculiares.
Mientras recorremos las páginas que brotaron de nuestro propio suelo, conocemos a la familia Trueba, que mucho nos recuerda a los Buendía en Cien años de soledad de Gabriel García Márquez.
No soy de los de la idea de que Allende tiende a plagiar descaradamente al escritor colombiano, sino que creo que esta obra es una creación única e interesante que, tal vez, contiene algún eco de una lectura previa, algo que, según otro gran escritor, Jorge Luis Borges, sucede en todos los libros.
En esta obra, a diferencia de la antes nombrada, el árbol genealógico es simple. Sólo conocemos maridos y mujeres, abuelos y nietos, padres e hijos y tíos y sobrinos. Clara y Esteban Trueba, marido y mujer, comienzan una familia en la que, desgraciadamente, el pasado tiendo a repetirse.
Empezando con la madre de Clara y terminando con su nieta, quien termina la historia, y también la comienza, podemos apreciar la evolución del feminismo en el siglo pasado, comenzando en mujeres admiradas por su belleza, pasando por damas de sociedad promoviendo ideas sindicalistas y terminando en jóvenes que lucharon por la democracia, y fueron vilmente torturadas. El lugar que ocupan las mujeres en esta obra es fuerte y poderoso: muestra mujeres caritativas, apasionadas, luchadoras y fuertes. Mujeres empiezan esta historia, y mujeres están ahí para terminarla.
Que se cuente la historia de toda una familia por varias generaciones nos hace darnos cuenta, enseguida, que es imposible que haya un solo narrador que cuente su historia, en primera persona, y nos hace pensar, tal vez, en un narrador omnisciente. Lo peculiar de esta novela es que, efectivamente, está narrada en primera persona, pero no es uno solo el narrador, y este cambia dependiendo de la versión de la historia o el punto de vista que se quiera trasmitir. Este constante cambio de narrador nos hace pensar en cómo, de alguna forma, se puede trascender a través de la descendencia, y como muchas voces pueden contar la misma historia, con un toque diferente.
Clara, de pequeña, escribe todo en unos cuadernos de escribir la vida, pero ella en ningún momento se convierte en la narradora de la historia. Su personaje es diferente a los otros, su mente es inalcanzable, y ella es el eje principal de la historia, ya sea estando corpóreamente presente, o no. Ella, con sus poderes telequinéticos y sus espontáneas adivinaciones del futuro es quien trae a los espíritus a la casa, y allí quedan. Aunque su objetivo verdadero sea velar por la familia de Clara, puede ser que sea al revés, que la familia sea quien vela por ellos, ya que sin alguien que los sienta y los reconozca, ellos quizás nunca hubieran existido.
Dicen que hay cosas que sólo ven los que pueden soportar su presencia. Nacer y vivir con alguien que mueve cosas sin tocarlas y convoca gente muerta debe dar a quienes viven esta situación una gran fortaleza, que parece acentuarse en las mujeres Trueba, que están, como quien dice, curadas de espanto. Quien conoce mucho, sólo teme a los vivos, y son los vivos quienes siempre tienden a dañar a los miembros de esta familia.
Clara es el espíritu indomable presente en la familia, en cambio, Esteban es el ente regulador, que prohíbe todo, pero no permite juicios sobre él, aún siendo el más carnal de los pecadores. Ya anciano, su mezquindad poco acertada y su rol de terrateniente y político cruel, tiene su recompensa, y cuando su alma comienza a encogerse, digamos que ni su propio cuerpo puede llenar sus zapatos.
En la novela, Allende nos habla de cómo la sabiduría y el éxito residen en quienes rompen los esquemas y ven más allá, pero sin olvidar lo bueno de las tradiciones. Así, en la época de los compañeros huelguistas, un hombre nos cautiva con sus baladas sobre gallinas que, bien organizadas, pueden vencer al más sagaz de los zorros. Lamentablemente, tanto en la vida real como en la ficción, muchas gallinas pagaron la búsqueda de una vida mejor, algunas con la muerte, otras con el exilio del gallinero, y durante muchos años, las gallinas, sus familias, o lo poco que quedó de sus vidas pasadas, quedaron callados.
Durante la época del gallinero, la historia de los Trueba decidió repetirse, y fue la nieta quien pagó con sangre propia la derramada por su abuelo, y la que cobijó en su propio vientre, el fruto de las injusticias cometidas por él. Se llena una de escalofríos al recorrer las páginas que corresponden a los años de la dictadura, a la agonía de los valientes, y a la muerte de muchos ellos. Pero lo peor es que, como todos sabemos, en este caso la realidad superó, por mucho, a la ficción.
Aun siendo muy joven, sin haber vivido ninguno de los acontecimientos narrados en la novela, cuando la leo y la releo, siento que estoy ahí, veo lo que pasa y ruego por que termine. Cuando uno lee una crónica o Nunca más, por ejemplo, entiende la gravedad de los hechos, pero en esta novela, es muy distinto. Aunque no sean personajes reales, uno sabe que alguien, alguna vez, vivió algo así, y al haberlo seguido durante tantas páginas, es imposible no sentirse identificado, cerca de él. Cuando sabemos que es ficción, tal vez tenemos una mayor noción de la realidad que cuando leemos textos verídicos. Es una forma distinta para los que no lo vivimos, o tal vez para lo que lo vivieron de una forma diferente, de entender y asimilar hechos tan terribles y tan reales a la vez.
Después de leer la obra me siento, siendo mujer, orgullosa y afortunada.
Orgullosa de tener el mismo género que esas personas que alguna vez lucharon para que hoy, estemos en el lugar que estamos. De pertenecer a un grupo que combina las dosis perfectas de pasión e intelecto necesarias para conseguir todo lo que se quiere, y de querer todo lo que se consigue. De tener madre, abuela o hermanas y ver cuánto nos parecemos, y también cuán diferentes somos, y cómo juntas somos una sola, pero a la vez, somos muchas.
Orgullosa sobre todo de que haya sido una mujer quien haya escrito una novela tan impactante, y que luego esa misma mujer sea puesta entre los grandes, que hasta el momento, eran en su mayoría hombres. Lo increíble es eso, que las mujeres trabajen para el bien propio, pero siempre que logran algo, reconocen que el crédito es de todas, no les importa compartir lo suyo con las demás porque saben que cada una, desde su propio espacio, contribuyó a ese momento. Isabel Allende dedicó esta historia A mi madre y las otras extraordinarias mujeres de esta historia.
No quiero decir con esto que la novela sea sólo para mujeres, no. A todos les llegará un momento en el que se sientan identificados, o de no ser así, conmovidos. Ya les haya tocado ser zorros o gallinas, o sus padres o hijos, todos entramos en la familia Trueba, con sus viejas tradiciones o sus nuevos cambios, porque al final, todas las casas están llenas de espíritus, nada más basta con saber ver, escuchar, y sobre todo, interpretar y sentir.
Concurso del centro cultural de Trelew, adultos, año 2006 bajo el pseudónimo de Clara Clarividente
El túnel de Ernesto Sábato
Mientras escribo esta reseña pienso en Sábato, destruyendo sus obras y en Castel, destruyendo a María.
El túnel es la novela del argentino Ernesto Sábato, nacido en Rojas, provincia de Buenos Aires, en el año 1911. Se recibió de doctor en Física a la temprana edad de 27 años, siendo altamente reconocido en Europa y Estados Unidos. A partir de 1943 su pasión se traslada paulatinamente a la escritura de ficciones y ensayos, y a la pintura, creando obras de carácter más bien sombrío. En sus producciones literarias se destacan Sobre héroes y tumbas (1961), Abaddon el exterminador (1974) y El túnel. Es la última una magnífica novela dividida en 39 oscuros capítulos que narran la historia del pintor Juan Pablo Castel, quien cobra la vida de su amor y más grande obsesión: Maria Iribarne.
Esta fuerte crítica a la incomunicación humana establece lo que parece ser un fuerte vínculo entre el escritor y el narrador. Ambos pintores, Sábato y Castel, son incomprendidos a través de sus pinturas, si bien las críticas entierran a uno en la realidad y dan el cielo al otro en la ficción es notorio el rechazo de ambos hacia los críticos.
A través de su obra Castel conoce inintencionalmente a la joven María Iribarne. Mientras todo el público fija su mirada en las pinturas de una forma superficial, casi frívola, María es la única que se percata del verdadero significado de la obra, solo ella capta la esencia del pintor.
Así comienza el juego de seducción de esta perdida joven y es así también como el solitario pintor ve en ella el complemento de su lóbrega alma, y vuelve a Maria objeto de su adoración. La inconstancia en su relación cada vez exaspera más al impaciente arista, y el hecho de descubrir su comprometido estado civil lo turba gravemente.
“-Hay muchas maneras de amar y querer- respondió cansada-. Te imaginaras que ahora no puedo seguir queriendo a Allende como hace años, cuando nos casamos, de la misma manera-.”
La bigamia de Maria no es el único problema en la relación: también esta el carácter obsesivo del pintor, y cuando la bigamia se vuelve más bien una poligamia él se va volviendo pernicioso para la joven. Sus constantes visitas a la estancia, las corridas a la cama de su primo Hunter vuelven al solitario artista cada vez más desquiciado. María es el mar, él es un túnel. Ella es fluctuante, poderosa, fulminante. Pero también es independiente y solitaria. Muestra en ella rasgos de una larga vida en un joven cuerpo. Es incapaz de amar y esto la atormenta, va de un hombre a otro sin encontrar las satisfacciones del amor, aunque en Castel encuentra algo especial, alguien que comprende su atormentada alma, que puede salvarla. Pero a la vez, él también busca la contención de ella, ambos incomprendidos, bastos y solitarios viven sus cárceles y sus calvarios, buscando vanamente la ayuda del otro, encontrando solamente dolor.
Juan Pablo vive en un túnel, oscuro y sombrío, un hueco en el que a veces pueden verse vagas imágenes del otro lado. Su interlocutora es María, solo con ella las pétreas paredes se vuelven vidrio, pero la curiosidad de ella es limitada, no es capaz de comunicarse más que con el mar y es por eso que la libertad de ambos es imposible. Las chances de María se hunden en sus remordimientos, las de Castel, en obsesiones.
Al contrario de lo que muchos creen al analizar la obra, puedo decir que no hay una luz al fondo del túnel de Castel, solo paredes finas o paredes gruesas, solitarias imágenes de lo que se anhela y no se puede alcanzar. Pero por transparente que sea el vidrio, la luz se ve difusa a través del agua.
Tantos ricos momentos tiene esta obra. Cuando él pinta ese cuadro, esa imagen melancólica, esa muchacha nostálgica frente al mar, y María aparece para verse, tal vez por primera vez, verdaderamente revelada, solitaria, una sola con la inmensidad que la rodea. Las ficticias construcciones de Juan Pablo, momentos en los que pueda reencontrarse con su musa accidental, verla, o tan solo hablarle. Lo encuentros en las plazas de Buenos Aires, las cartas desesperadas de él, las perdidas y trises de ella. Las peleas en el taller, los esposos peculiares, petulantes amantes estancieros, las excusas del campo y los desbordes y excesos de Castel, como el alcohol y la dudosa compañía que lo llevan a trasladar todo el tormento de su alma a la mujer del mar, el océano que poco a poco fue desgastando las rocas de la bahía, algunas muertas, otras resignadas, hasta que una, la mas oscura, la mas intransigente, la mas sombría sale de su cárcel al filo de un cuchillo, solo para encerrarse en un calabozo aun mayor en el que el murmullo de la espuma de mar lo vuelve mas pétreo y atormentado que antes.
“Poniendo una mano izquierda sobre sus cabellos, le respondí:-Tengo que matarte, María. Me has dejado solo.- Entonces, llorando, le clave el cuchillo en el pecho.”
La desesperante novela se Sábato y su dedicado y ajustado uso del lenguaje hace que a través de Castel conozcamos una historia dentro de la otra, un relato enmarcado: por un lado, un hombre que esa en la cárcel, por otro, el mismo hombre y su obsesión que llevan aun al alma mas simple a reflexionar sobre nuestra relación con el entorno, la comunicación que tenemos con este y la realidad en que vivimos. La contemporaneidad con la que esta escrita la obra y lo familiares que pueden parecernos los lugares que describe nos llevan al siguiente, muy inquietante interrogante ¿Será el personaje de ficción el que vive en un túnel o seremos todos túneles aislados, unos con paredes más translúcidas que otros, pero túneles al fin?¿Estaremos juntos o es sólo una convicción, una inútil convicción nuestra?¿No seremos todos Allende, ciegos por no querer ver, convencidos de que ojos que no ven, corazón que no siente, conformados con nuestro rol aunque sea una farsa, una triste mentira de gente cristalizada, solitaria, en busca de un mar que nos de la convicción de que hay una luz al final del túnel pero en verdad, ya quedamos ciegos de no ver y nuestra visión de sombras nos ha consumido?¿Será Castel el del túnel o somos todos, y él es el único pájaro libre, que se liberó de sus paredes, que ya no tiene que engañarse porque sabe que al final del túnel hay solo una cosa: más túnel?
“...en todo caso había un solo túnel, oscuro y solitario, el mío”.
Concurso del centro cultural de Trelew, año 2006, Bajo el pseudónimo de Alejandra Vidal Olmos
El túnel es la novela del argentino Ernesto Sábato, nacido en Rojas, provincia de Buenos Aires, en el año 1911. Se recibió de doctor en Física a la temprana edad de 27 años, siendo altamente reconocido en Europa y Estados Unidos. A partir de 1943 su pasión se traslada paulatinamente a la escritura de ficciones y ensayos, y a la pintura, creando obras de carácter más bien sombrío. En sus producciones literarias se destacan Sobre héroes y tumbas (1961), Abaddon el exterminador (1974) y El túnel. Es la última una magnífica novela dividida en 39 oscuros capítulos que narran la historia del pintor Juan Pablo Castel, quien cobra la vida de su amor y más grande obsesión: Maria Iribarne.
Esta fuerte crítica a la incomunicación humana establece lo que parece ser un fuerte vínculo entre el escritor y el narrador. Ambos pintores, Sábato y Castel, son incomprendidos a través de sus pinturas, si bien las críticas entierran a uno en la realidad y dan el cielo al otro en la ficción es notorio el rechazo de ambos hacia los críticos.
A través de su obra Castel conoce inintencionalmente a la joven María Iribarne. Mientras todo el público fija su mirada en las pinturas de una forma superficial, casi frívola, María es la única que se percata del verdadero significado de la obra, solo ella capta la esencia del pintor.
Así comienza el juego de seducción de esta perdida joven y es así también como el solitario pintor ve en ella el complemento de su lóbrega alma, y vuelve a Maria objeto de su adoración. La inconstancia en su relación cada vez exaspera más al impaciente arista, y el hecho de descubrir su comprometido estado civil lo turba gravemente.
“-Hay muchas maneras de amar y querer- respondió cansada-. Te imaginaras que ahora no puedo seguir queriendo a Allende como hace años, cuando nos casamos, de la misma manera-.”
La bigamia de Maria no es el único problema en la relación: también esta el carácter obsesivo del pintor, y cuando la bigamia se vuelve más bien una poligamia él se va volviendo pernicioso para la joven. Sus constantes visitas a la estancia, las corridas a la cama de su primo Hunter vuelven al solitario artista cada vez más desquiciado. María es el mar, él es un túnel. Ella es fluctuante, poderosa, fulminante. Pero también es independiente y solitaria. Muestra en ella rasgos de una larga vida en un joven cuerpo. Es incapaz de amar y esto la atormenta, va de un hombre a otro sin encontrar las satisfacciones del amor, aunque en Castel encuentra algo especial, alguien que comprende su atormentada alma, que puede salvarla. Pero a la vez, él también busca la contención de ella, ambos incomprendidos, bastos y solitarios viven sus cárceles y sus calvarios, buscando vanamente la ayuda del otro, encontrando solamente dolor.
Juan Pablo vive en un túnel, oscuro y sombrío, un hueco en el que a veces pueden verse vagas imágenes del otro lado. Su interlocutora es María, solo con ella las pétreas paredes se vuelven vidrio, pero la curiosidad de ella es limitada, no es capaz de comunicarse más que con el mar y es por eso que la libertad de ambos es imposible. Las chances de María se hunden en sus remordimientos, las de Castel, en obsesiones.
Al contrario de lo que muchos creen al analizar la obra, puedo decir que no hay una luz al fondo del túnel de Castel, solo paredes finas o paredes gruesas, solitarias imágenes de lo que se anhela y no se puede alcanzar. Pero por transparente que sea el vidrio, la luz se ve difusa a través del agua.
Tantos ricos momentos tiene esta obra. Cuando él pinta ese cuadro, esa imagen melancólica, esa muchacha nostálgica frente al mar, y María aparece para verse, tal vez por primera vez, verdaderamente revelada, solitaria, una sola con la inmensidad que la rodea. Las ficticias construcciones de Juan Pablo, momentos en los que pueda reencontrarse con su musa accidental, verla, o tan solo hablarle. Lo encuentros en las plazas de Buenos Aires, las cartas desesperadas de él, las perdidas y trises de ella. Las peleas en el taller, los esposos peculiares, petulantes amantes estancieros, las excusas del campo y los desbordes y excesos de Castel, como el alcohol y la dudosa compañía que lo llevan a trasladar todo el tormento de su alma a la mujer del mar, el océano que poco a poco fue desgastando las rocas de la bahía, algunas muertas, otras resignadas, hasta que una, la mas oscura, la mas intransigente, la mas sombría sale de su cárcel al filo de un cuchillo, solo para encerrarse en un calabozo aun mayor en el que el murmullo de la espuma de mar lo vuelve mas pétreo y atormentado que antes.
“Poniendo una mano izquierda sobre sus cabellos, le respondí:-Tengo que matarte, María. Me has dejado solo.- Entonces, llorando, le clave el cuchillo en el pecho.”
La desesperante novela se Sábato y su dedicado y ajustado uso del lenguaje hace que a través de Castel conozcamos una historia dentro de la otra, un relato enmarcado: por un lado, un hombre que esa en la cárcel, por otro, el mismo hombre y su obsesión que llevan aun al alma mas simple a reflexionar sobre nuestra relación con el entorno, la comunicación que tenemos con este y la realidad en que vivimos. La contemporaneidad con la que esta escrita la obra y lo familiares que pueden parecernos los lugares que describe nos llevan al siguiente, muy inquietante interrogante ¿Será el personaje de ficción el que vive en un túnel o seremos todos túneles aislados, unos con paredes más translúcidas que otros, pero túneles al fin?¿Estaremos juntos o es sólo una convicción, una inútil convicción nuestra?¿No seremos todos Allende, ciegos por no querer ver, convencidos de que ojos que no ven, corazón que no siente, conformados con nuestro rol aunque sea una farsa, una triste mentira de gente cristalizada, solitaria, en busca de un mar que nos de la convicción de que hay una luz al final del túnel pero en verdad, ya quedamos ciegos de no ver y nuestra visión de sombras nos ha consumido?¿Será Castel el del túnel o somos todos, y él es el único pájaro libre, que se liberó de sus paredes, que ya no tiene que engañarse porque sabe que al final del túnel hay solo una cosa: más túnel?
“...en todo caso había un solo túnel, oscuro y solitario, el mío”.
Concurso del centro cultural de Trelew, año 2006, Bajo el pseudónimo de Alejandra Vidal Olmos
martes, 12 de febrero de 2008
Caminata
Necesidad de hablar de la nueva persona que te interesa, necesidad que te sube por la piel, sobre todo por la de los hombros, por los poros que se marcan más en verano, y llega a la cabeza deteniéndose un segundo en el cerebro ante la culpa, la pre culpa por lo que estás a punto de ocacionarle a la persona parada a tu lado, pre culpa que se esfuma en un segundo al desalojar el cerebro y establecerse en la lengua, con sus papilas caliciformes, para luego salir en forma de una berborrea de palabras, muecas, gestos, movimientos de ojos, manos y cabeza que acompañan a un discurso muy variado en palabras, pero en el fondo monocromático, porque si nos pusieramos nosotros también a escuchar y trascribir con signos taquigráficos, para pasarlos en limpio y sacar ideas principales subrayándolas con celeste fluorescente, la conclusión sería que la persona que hae las veces de oyente ha dejado de escuchar y que sus propias conclusiones, acertadas completamente, refieren a las veinticinco primeras palabras que resumen de manera elegante, claro que a modo de introducción, el estado de la situación.
Así, ambos participantes pueden estar felices, uno al poder manifestar su desborde de alegría o total desconsuelo, el otro por poder quedar perféctamente bien mientras repasaba en silencio las conjugaciones de être y avoir, los personajes de hijitus, los personajes de s-club seven y, claro está, lo que dirá cuando le toque su turno de dar el discurso que llega desde las líneas entre las células de la epidermis.
Tenedor libre
El techo se extiende hasta una altura casi fuera del alcance del ojo humano regular. Las mesas arrinconadas y pegadas como ganado en verano con moscas al rededor , mientras en la cocina no se muge, más bien se tintinea y se gruñe.
El olor entre las mesas es neutro, salvo que alguno de los cercanos, muy cercanos vecinos vaya en busca de algún menjunje casi a punto de hervir, con jugos rojos y brillantes burbujas de aceite amarillento.
La iluminación es extrema, la decoración pedestre y la vajilla no da que hablar.
Pero lo que más llama mi atenciñon es la mesa de al lado. Pegada casi a nuestra mesa, a diez centímetros, hay una buena porción de madera con sus cuatro bienhechoras patas y los dos únicos -o eso creo- integrantes de una pareja. La vulgaridad de la mujer hace dificil diferenciarla de su acompañante masculino, sobre todo porque éste lleva el cabello largo. Confundido en un principio con una pícara broma, su lenguaje, de lo más agreste, es portado por una voz de conductor de camiones de mediana edad. Los sonidos que expulsa su desmaquillda pero no por eso limpia boca conforman todos juntos y unidos en coherente concordancia frases cortas tan inconexas pero continuadas que eliminan con certeza la posibilidad de un chascarrillo. Y es que el morfi que prepara el chabón que alimenta a esta servilleta de papel es elogiado no por el centro, sino por el costado de la cabidad bucal.
Viste de rojo, como no podía ser de otra forma con esa rubia y castigada cabellera, y está acompañada por otra cabellera igual que. absorto o espantado por el soliloquio de nuestra heroína, no emite sonido.
Estas cosas encontramos en el tenedor libre, pero no os asusteis que también hay gente de bien que defenderá las buenas costumbres y sobre todo la buena dicción y somos, entre todos, Pipi, Hernán, Oscar, Bruno, Mamá, Vir, Betina y quien les escribe, los cuales aparecen por primera vez en detallado relato, a excepción mía, que aparezco de alguna forma en todos ellos, y mi madre, que ocacionalmente nos visita.
El olor entre las mesas es neutro, salvo que alguno de los cercanos, muy cercanos vecinos vaya en busca de algún menjunje casi a punto de hervir, con jugos rojos y brillantes burbujas de aceite amarillento.
La iluminación es extrema, la decoración pedestre y la vajilla no da que hablar.
Pero lo que más llama mi atenciñon es la mesa de al lado. Pegada casi a nuestra mesa, a diez centímetros, hay una buena porción de madera con sus cuatro bienhechoras patas y los dos únicos -o eso creo- integrantes de una pareja. La vulgaridad de la mujer hace dificil diferenciarla de su acompañante masculino, sobre todo porque éste lleva el cabello largo. Confundido en un principio con una pícara broma, su lenguaje, de lo más agreste, es portado por una voz de conductor de camiones de mediana edad. Los sonidos que expulsa su desmaquillda pero no por eso limpia boca conforman todos juntos y unidos en coherente concordancia frases cortas tan inconexas pero continuadas que eliminan con certeza la posibilidad de un chascarrillo. Y es que el morfi que prepara el chabón que alimenta a esta servilleta de papel es elogiado no por el centro, sino por el costado de la cabidad bucal.
Viste de rojo, como no podía ser de otra forma con esa rubia y castigada cabellera, y está acompañada por otra cabellera igual que. absorto o espantado por el soliloquio de nuestra heroína, no emite sonido.
Estas cosas encontramos en el tenedor libre, pero no os asusteis que también hay gente de bien que defenderá las buenas costumbres y sobre todo la buena dicción y somos, entre todos, Pipi, Hernán, Oscar, Bruno, Mamá, Vir, Betina y quien les escribe, los cuales aparecen por primera vez en detallado relato, a excepción mía, que aparezco de alguna forma en todos ellos, y mi madre, que ocacionalmente nos visita.
Mar del plata, 28/01/08, 00:30 horas
lunes, 11 de febrero de 2008
El sifón de plástico de las Lolitas
Hay abuela no lo puedo creer, ¿no estás emocionada? yo la verdad que no lo puedo creer que me haya pasado esto, ¿no te emociona? Esto puede ser genial para mi carrera, si ya se que no empezé mi carrera pero ¿no te emociona? Puedo empezar a trabajar ahora, así de chica, e ir subiendo, y hacerme famosa, ¡famosa, abuela! Y encima me dijo que lo llame él, así nos aseguramos de que no me deje sin llamarme, ahora sabemos que no era mentira que si quería que trabaje para él, imaginate, yo trabajando de modelo, ¿te imaginás abuela? bueno imaginate, toda una produccion, yo bien vestida y maquillada, si pero más maquillada que ahora, lo de ahora es para salir a la calle abuela, si, para salir a la calle, ¿por qué? bueno, para que me vea gente así y me contrate, viene funcionando bien por ahora, ¿o no?, no, no me mires así abuela no ves que estoy contenta, ¿no estás contenta por tu nieti? ay abuela no lo puedo creer, mirá si me contratan para otra cosa, y otra, y otra y termino en la tele o an las revistas, mirá si me llaman de Para Ti, ¡Para Ti abuela! y a los 14 años, no lo puedo creer, ¡vas a tener una nieta famosa! Abuela escuchame bien, que capaz después te hagan preguntas sobre este día y te tenés que acordar bien. Fijate donde estamos, en el subte, aquella chica se ríe ¿estará escuchando? ojalá, así me comienza a conocer la gente, que nunca es temprano para empezar. Hay abuela estoy tan emocionada, ¿se nota mucho? ay no me importa, yo estoy bien así, ay ya quiero que sea la semana que viene, ¿cuánto falta para casa? ya quiero llamar... ay no, pero voy a esperar un poco, así parece que no estoy tan interesada... pero ¡que digo! apenas llego llamo, así se dan cuenta de que soy una chica comprometida y trabajadora, si apenas llego los llamo... o mejor espero? no quiero sonar muy desesperada, abuela no quiero parecer una nenita histerica, tengo que dar imagen de chica seria, si voy a esperar unas horas, o capaz...
Tan preocupada estaba en sus infinitamente menesterosas decisiones que no prestó atención a la calle al cruzar. ¿y ahora? Por el momento su cuerpo sirve de modelo de ataudes hasta que comience a descomponerse, de su alma aun no llegaron noticias a los tabloides. ¿y su abuela? ahora es viuda de alquiler en los funerales.
Triste, muy triste, pero, ¿no les hice un favor a todos?
O no, ay a ver... no, no se, capaz les hice un favor, capaz no, o capaz...
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