miércoles, 21 de mayo de 2008

Clases

Qué incómodo el asiento ese, tenía que sentarse de costado para que no se hundiera para atrás, como si su espalda fuese tan pesada. Y con la mesita esa no podía ni jugas al sudoku, mucho menos poner la lapicera, el lápiz, el cuaderno y la calculadora todo junto para hacer un ejercicio como la gente. Como la gente que no había en ese momento, porque ya a esa altura del partido no quedaban casi alumnos con ganas de calcular la inversa de nada. ¿por qué miraban si no estaban escuchando? Si no iban a escuchar, mejor hacerla completa. Y es que hay tantas cosas interesantes en un aula fuera de lo que pasa en el pizarrón... las ventanas, por ejemplo, eran chiquitas y arriba del todo, lo cual daba un espectáculo de pies y pantalones pocas veces visto, A veces, no en esa clase, sino en otra que tenía más temprano, se escuchaba Björk, peor no It's oh so quiet ni nada por el estilo, se llegaba a escuchar Joga, Unravel y hasta Venus as a boy. Peor a esa hora se escuchaba a la gente reír nada más, porque ya era la tarde y nadie andaba por ahí dormido y taciturno.
Sus compañeros eran bastante interesantes, o lo habían sido el primer mes, antes de que se aprendiera más o menos sus caras de memoria. Igual siempre la sorprendía algún semblante perdido, que creía estar viendo por primera vez, y desde entonces en todos lados, como cuando conocemos una palabra nueva y se nos aparece en cada texto, cada cartel perdido por ahí.
El resto todavía seguía empecinado en mirar el movimiento de las tizas (marcador de tiza, eso fue una novedad), perdiéndose todo lo demás. Todos menos alguien, a penas visible en la ventana, en ese rectángulo alto e inalcanzable desde el subsuelo, para el cual había que agacharse desde afuera. Él no miraba el pizarrón claro, no le daba el ángulo ni las ganas para eso. Miraba también la multitud, presenciando un espectáculo de cabezas pocas veces visto, comparable tal vez con los pies vistos desde esa misma ventana, del otro lado del vidrio.
Más que obvio, terminaron reparando el uno en el otro, y fue increíble la nitidez de los ojos vistos a través del cristal y tantos metros de aire. Estudiante de la FADU, seguro arquitectura. Viajó mucho para llegar ahí, pero no mucho como quien viene de tierra del fuego de una vez y por todas, mucho como el que viene de Moreno todos los días, en tren, colectivo, zapatillas y asensor. Se estaba adaptando a la facultad, a las materias, el viaje, los profesores, los mil compañeros distintos, los otros mil exactamente iguales a esos mil que seguro eran iguales a otros mil que iban a contraturno. Le iba a hacer señas desde la ventana, un hola tímido que no se iba a entender, porque sólo los ojos llegaban a verse nítidos entre tanto oxígeno y lo que sea que compone el vidrio. La respuesta, más señas inentendibles, sonrisas costosas pero sinceras. Fin de la clase, tardar mucho en guardar las cosas y ahí si, una seña nítida. El café de planta baja, ahora ya, ahora ya subiendo las escaleras mientras cerraba el cierre de la mochila, con las cosas mitad adentro y mitad afuera, para encontrarlo después de buscar muy poco en una mesa con tres sillas, una de más, no te preocupes. ¿Querés café? No la verdád que no, que bueno, yo tampoco quiero nada. Tengo unos caramelos, ah eso sí, es que siemrpe tengo caramelos. Si había venido desde lejos, algún lugar de por ahí. Si estudiaba arquitectura, si iban a cursar toda la carrera en el mismo lugar, no era como uno de esos espejismos de exactas, naturales o ingeniería que habitarían los subsuelos como mucho un año, o dos con poca suerte, para irse con apuro a un lugar más numérico. Si, CBC, pero me tocó pensamiento, así que el próximo cuatrimestre intercambiamos, ja. Si si, siempre si siempre acuerdos, te paso mi celular dale, horas de letras escritas y palabras intercambiadas entre intermezzos de facultad, si salimos el viernes seguro a festejar, si arreglamos, si nos encontramos, si nos seguimos encontrando y si, te venís conmigo en las vacaciones. Si nos casamos, si nos mudamos y tenemos hijos, unos cuantos después de viajar todo lo que quisimos, durante y antes también, total si, yo se los cuido las abuelas siempre miman a los nietos. Si se van a estudiar, a la FADU algunos, no todos, las manzanas a veces caen lejos del árbol, pero mejor así. Si, quedó el nido vacío, si, resulta un poco incómodo al principio pero si, nos adaptamos, vamos al cine, elegimos un buen lugar para vivir y envejecer. Y si, para morir también. Si, es complicado pero no imposible lo de ser viuda.
Mirar primero pro la ventana le dio la ventaja o la desventaja de quedarse allá por más tiempo, sentada en la silla que se va para atrás cuando te sentás, con las cosas todas desparramadas en bancos contíguos, el cuaderno todavía abierto, los ejercicios a medio hacer, el pizarrón borroneado y ninguna cara en la ventana, ninguna planta baja, ningún café, ninguna clase porque la clase ya había terminado.

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