20 de abril, tarde
Acabo de volver de la peluquería con una euforia nunca antes vista!
Ahí va:
Acabo de pasar 4 horas en la peluquería, ¡4 horas!
4 horas de sufrimiento inhumano, de tironeos de pelo, fumadas de productos áltamente tóxicos, de todo. ¿Cómo se explica eso de pasar tantas horas encirrada en un lugar con ventanas gigantes y miles de espejos? Desde que llegás, te presentás si e suna peluqiería nueva y esperás que te atiendan. Vas, te sentás, lees unas Cosmo o Vanidad, Seventeen si estás muy aburrida, nada de El Banquete que tenés en el bolso o los apuntes de nada, las horas de peluquería no combinan con textos intelectuales.
Te enterás de todo lo que no te habías enterado en los últimos 4 meses, toda la ropa que te quere´s comprar aunque sea de la temporada pasada y, si sos lectora rápida de revistas como yo, hasta te aburrís un poco. El tema de las revistas que es si tenés mucha suerte, podés llegar a encontrar algo que coincida con lo que te querés hacer en la cabeza, por que claro, vos te decidiste para ir a la peluquería, estuviste dando vueltas y vueltas diciendo "uh me tengo que cortar el pelo", "uh me tengo que teñir", "uh me tengo que arreglar la garcha esta que tengo en la cabeza!", pero de ahí, a finalmente hacerlo, hay una brecha gigante. Aunque lo pensaste miles de veces, una vez que te llama la persona encargada de tu pelo te tiemblan las piernas: ¿cómo le decís qué es lo que querés exáctamente? Nadie te va a entender a la perfección, pero vos sóla no te podés cortar el pelo. Nadie es tan perfcto como vos cuando se trata del cuidado de algo que sale a la calle con vos todos los días. Algunos dicen "es pelo, el pelo crece" y vos también lo decís, te hacés la liberada, la que no le importa si le queda un agujero rapado encima del flequillo o una mecha verde atrás de la oreja, total se arregla, no salís de tu casa en trece semans y listo, lo tenés igualito que antes.
Te sentáste en el sillón, te fuiste para adelante y ya tenés la bata, el poncho o loq ue sea que te ponen en los hombros, y ahí llega. Si es un peluquero, va a hecer un esfuerzo supramortal en hacerte sentir una diosa, sin importar que sea domingo a la mañana (que aplicada), no te hayas bañado y la ropa sea la misma con la que dormís hace tres días. El tipo te va a decir siempre "hola diosa, que querés que te haga mamucha, te corto un poco ese pelo divino que quiero que tengan mis hijos y sus hijos y mis visnietos?" y ahi listo, te pensaste que tenías el pelo de Penelope Cruz y que te podés hacer cualquier cosa en la cabeza que te va a quedar bien. Si es peluquera te va a dar miles de consejos, todos bien dados pro supuesto, que te van a cambiar de entrada toda la idea que tenías y te van a dejar muy pero muy confundida.
Empezás a balbucear instrucciones totalmente incoherentes sobre lo corto que querés el flequillo, el pelo atrás corto, en el medio largo y abajo con forma de flor, me chas rubias pero que arriba las pinten de marrón arriva y abajo, rojo en el centro (por esa fui yo), rebajado que te engorde un poco la cara, desmechado que te haga parecer más flaca, un color que te edite solo los trabajos de proyectual, todas cosas que la peluquera va a escuchar muy por arriba, va a poner cara de entendimiento justo antes de darse vuelta, decirle a la de la caja "marche una suprema con fritas", sonarse los dedos mentalmente y comenzar con su labor del día.
Ya entraste en la segunda etapa. Ahora vienen las charlas de peluquería sobre las monjas que arma equipos de baseball (baseball?) con resultados sexuales y esas nimedades, y así te distráen de los mechones de pelo gigantes que caen al piso, los colores estrafalarios que te quedan en las raices y las puntas opacas que te estásn dejando. Toda la peluquería está metida en la misma charla, con matices según la antiguedad que tenga la clienta en l salón, cobijada por la habilidad que tienen estas personas de hablar y entretener a sus clientes doce oras seguidas casi sin parar.
Cortarse es rápido y facil, el desastre puede ser monumental, pero es más el tiempo que pasas esperando al verdujo que cortándote la cabeza. El tema es la tintura. Pasás por lo menos una hora aspirando desechos tóxicos que te llegan al cerebro para combinarse con las charlas, todo eso mezclado con el tironeo del cepillito ese que aplica el color y la imagen que te devielve el espejo llena de crema en la frente y broches en todos lados. La de al lado se está haciendo un brushin, ¡Dios mio que dolor! Hoy mientras estaba sentada, torturada pro el peluquero que me separaba mechas de mis rulos enmarañados para pintarlas de colores enconjía la cara, me clavaba las uñas en las piernas y veía a la pobre alma de al lado, sentada derechita con un cepillo tirando de los pelos bebé de la frente (pelos bebés como los de Shu), la cara inmovil y los dedos juntos, seguramente rogando para que le pusieran fin a su vida o algo así, todo eso pasaba y yo pensaba, aislada por un momento de esa marihuana medicinal, que la peluquería tendría que ser considerada una intervención quirúrgica, ¡en serio!. El dolor que se siente tiene poca comparación, y eso que soy mujer y se tiene más recistencia bla bla bla, me hice una punsión renal y hasta me inyectaron nose qué cosa cuando estaba enferma, pero ir a la peluquería sin anestesia es cruel, simplemente vil. Ir a la peluquería es caro y doloroso, yo voto por la anestesia, local por lo menos, aunque sea para las que no tuvimos hijas y no conocemos de dolores fuertes.
Al tironeo se suma por supuesto la negatividad. Me está quedando como el orto, me va a hacer cualquier cosa, no entendió nada de lo que le dije, va a parecer que no me hice nada en la cabeza, me hubiera rapado y me quedaba mejor, entre otras. El peluquero no se crean que no ve tu cara de espanto, que es distinta a la de sufrimiento, pero está tan acostumbrado a las histéricas que bueno, lo lamento mucho, él es el artista y sabe como hacer su trabajo.
Otra es la música, tres horas ahí adentro y ya escuchaste "Bastará" y "Total eclipse of the hearth" catorce veces (no se si no era cualquiera la peluquería), todas coradas por un grupo de mujeres y uno que otro hombre con un peine y/o tijera en las manos. La tortura nunca termina, Fay vuelve a acompañar el flequillo que te quedó a cinco centímetros de las cejas.
Ya cuando ves que están terminando pensás de todo, no, le digo que mejor me lavo en casa, le pido que me haga brushin o tendré que dormir acá hoy y mañana? la mato o nada más le corto una pierna?. Pasas a lavarte si te teñiste, pasan a peinarte si te cortaste y ahí por fin cambian las cosas. Te secan, te peinan o simplemente te dejan el pelo mojado, pero en el espejod e la peluquería es otra cosa. ya te olvidaste de todo ese tiempo pensando que no ibas nunca más, que el pelo te creciera hasta los talones, después te lo cortaba alguna amiga y lo vendías por ahi, que se tiña con pigmentos naturales, la luz del sol es buena para aclarar dicen, todo eso quedó en el pasado proque ahora sí tene´s el pelo espectacular, increible que fuiste a buscar. El peinado quedó perfecto, la tintura no podía ser de un todo mejor, el corte te favorece más que toda tu ropa junta, ahora si valen la pena esas 4 horas (4 horas!) de sufrimiento, ese dolor isoportable peor que golpearse el codo contra una pared de acero, ahora sí tenés ganas de pagar mil cuatroscientos dólares por un desmechado de flequillo. ya estás completa.
Hoya nada te frustra, ni la lluvia, ni el calor excesivo, ni la pila de cosas que leer. Ni siquiera que te digan que no se nota un carajo lo que te hiciste en la cabeza, proque por muy verdadero que sea, cuando te hacés algo en el pelo lo seguís notando por lo menos la vida entera :)
No hay comentarios:
Publicar un comentario