lunes, 31 de mayo de 2010

Fanon

EL REBELDE (duramente)
Mi apellido: ofendido; mi nombre: humillado; mi
estado civil: la rebeldía; mi edad: la edad de piedra.
LA MADRE
Mi raza: la raza humana. Mi religión: la
fraternidad...
EL REBELDE
Mi raza: la raza caída. Mi religión...pero no serás tú
quien la prepares con su desarme...soy yo con mi
rebeldía y mis pobres puños cerrados y mi cabeza
hirsuta.
(Muy tranquilo)
Me acuerdo de un día de noviembre; no tenía seis
meses [mi hijo] cuando el amo entró en la casucha
fuliginosa como una luna de abril y palpó sus
pequeños miembros musculosos, era un amo muy
bueno, paseaba en una caricia sus dedos gruesos por
la carita llena de hoyuelos. Sus ojos azules reían y su
boca le decía cosas azucaradas: será una buena pieza,
dijo mirándome, y decía otras cosas amables, el amo,
que había que empezar temprano, que veinte años
no eran demasiados para hacer un buen cristiano y
un buen esclavo, buen súbdito y leal, un buen
capataz, con la mirada viva y el brazo firme. Y aquel
hombre especulaba sobre la cuna de mi hijo, una
cuna de capataz.
Nos arrastramos con el cuchillo en la mano...
LA MADRE
¡Ay! tú morirás
EL REBELDE
Muerto... lo he matado con mis propias manos...
Sí: de muerte fecunda y fértil...era de noche. Nos
arrastramos entre las cañas.
Los cuchillos reían bajo las estrellas, pero no nos
importaban las estrellas.
Las cañas nos pintaban la cara de arroyos de hojas
verdes.
LA MADRE
Yo había soñado con un hijo que cerrara los ojos de
su madre.
EL REBELDE
Yo he decidido abrir bajo otro sol los ojos de mi hijo.
LA MADRE
Oh hijo mío... de muerte mala y perniciosa.
EL REBELDE
Madre, de muerte vivaz y suntuosa
LA MADRE
por haber amado demasiado...
EL REBELDE
por haber amado demasiado...
LA MADRE
Evítame todo esto, me asfixian tus ataduras. Sangro
por tus heridas.
EL REBELDE
Y a mí el mundo no me da cuartel...
No hay en el mundo un pobre tipo linchado, un
pobre hombre torturado, en el que no sea yo
asesinado y humillado.
LA MADRE
Dios del cielo, líbralo.
EL REBELDE
Corazón mío, tú no me librarás de mis recuerdos...
Era una noche de noviembre...
Y súbitamente los clamores iluminaron el silencio.
Nos habíamos movido, los esclavos; nosotros, el
abono; nosotros, las bestias amarradas al poste de la
paciencia. Corríamos como arrebatados; sonaron los
tiros...
Golpeamos.
El sudor y la sangre nos refrescaban.
Golpeamos entre los gritos y los gritos se hicieron
más estridentes y un gran clamor se elevó hacia el
este, eran los barracones que ardían y la llama lamía
suavemente nuestras mejillas.
Entonces asaltamos la casa del amo.
Tiraban desde las ventanas.
Forzamos las puertas.
La alcoba del amo estaba abierta de par en par.
La alcoba del amo estaba brillantemente iluminada,
y el amo estaba allí muy tranquilo... y los nuestros se
detuvieron... era el amo... Yo entré. Eres tú, me dijo,
muy tranquilo... Era yo, sí soy yo, le dije, el buen
esclavo, el fiel esclavo, el esclavo esclavo, y de súbito
sus ojos fueron dos alimañas asustadas en días de
lluvia... lo herí, chorreó la sangre: es el único
bautismo que recuerdo.6

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